Page 114 - Cuentos de Amor locura y Muerte
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LA MIEL SILVESTRE
Tengo en el Salto Oriental dos primos, hoy hombres ya, que a
sus doce años, y en consecuencia de profundas lecturas de
Julio Veme, dieron en la rica empresa de abandonar su casa
para ir a vivir al monte. Éste queda a dos leguas de la ciudad.
Allí vivirían en principio de la caza y la pesca. Cierto es que
los dos muchachos no se habían acordado particularmente de
llevar escopetas ni anzuelos; pero de todos modos el bosque
estaba al1f, con su libertad corno fuente de dicha y sus peligros
corno encanto.
Por desgracia, al segundo dfa fueron hallados por quie
nes los buscaban. Estaban bastante atónitos todavía, no poco
débiles, y con gran asombro de sus hermanos menores -
iniciados también en Julio Veme- sabían aún andar en dos
pies y recordaban el habla.
La aventura de los dos robinsones, sin embargo, fuera
acaso más formal a haber tenido corno teatro otro bosque
menos dominguero. Las escap'atorias llevan aquí en Misiones
a límites imprevistos, y a ello arrastró a Gabriel Benincasa el
orgullo de sus strornboot.
Benincasa, habiendo concluido sus estudios de contadu
ría pública, sintió fulminante deseo de conocer la vida de la
selva. No fue arrastrado por su temperamento, pues antes bien,
Bynincasa era un muchacho pacífico, gordiflón y de cara
rosada, en razón de su excelente salud. En consecuencia, lo
suficiente cuerdo para preferir un té con leche y pastelitos, a
quién sabe qué fortuita e infernal comida del bosque. Pero así
como el soltero que fue siempre juicioso cree de su deber, la
víspera de su boda, despedirse de la vida libre con una noche
de orgía en compañía de sus amigos, de igual modo Benincasa
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