Page 108 - Cuentos de Amor locura y Muerte
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-Vendo barato a usted ... ¡Cincuenta pesos! Por lo cual el mercado se realizó, a tanto tiempo de plazo.
Candiyú sacudió la cabeza, sonriendo al aparato y a su Candiyú vive todavía en la costa del Paraná, desde hace
maquinista, alternativamente: treinta añqs; y si su hígado es aún capaz de eliminar cualquier
-¡Mucha plata! No tengo. cosa después del último ataque de la fiebre en diciembre
-¿ Usted qué tiene, entonces? pasado, debe vivir. aún unos meses más. Pasa ahora los días
El hombré se sonrió de nuevo, sin responder. sentado en su catre de varas, con el sombrero puesto. Sólo sus
-¿D6nde usted vive?- prosiguió míster Hall, manos, lívidas zarpa� veteadas de verde que penden inmensas
evidentemente decidido a desprenderse de su gramófono. de las muñecas, corno proyectadas en primer término de una
-En el puerto. fotografía, se mueven monótonamente sin cesar, con temblor
-¡Ah! Yo conozco usted ... ¿Usted llama Candiyú? de loro·implume.
-Me llama. Pero en aquel tiempo, Candiyú era otra cosa. Tenía
-¿ Y usted pesca vigas;? entonces por oficio honorable el cuidado de un bananal ajeno
-A veces; alguna viguita sin dueño ... y, poco menos lícito, el de pescar vigas. Normalmente, y sobre
-¡ Vendo por vigas ... ! Tres vigas aserradas. Yo mando todo en época de creciente, derivan vigas escapadas de los
carreta. ¿Conviene? obrajes, bien que se desprendan de una jangada en formación,
Candiyú se reía. bien que un peón bromista corte de un mache�azo la soga que
-No tengo ahora. Y esa ... maquinaria, ¿tiene mucha las retiene. Candiyú era poseedor de un anteojo telescopado,
delicadeza? y pasaba las mañanas apuntando al agua, hasta que la línea
-N◊; botón acá, y botón allá ... Yo enseño. ¿Cuándo tiene blanquecina de una viga, destacándose en la punta de Itacurubí,
madera? lo lanzaba en su eanoa al encuentro de la presa. Vista la viga
-Alguna creciente ... Ahora ha de venir una. ¿ Y qué palo a tiempo, la empresa no es extraordinaria, porque la pala de un
querés usted? hombre de coraje, recostado o halando de una pieza de diez por
-Palo rosa. ¿Conviene? cuarenta, vale cualquier remolcador.
-¡Hum ... ! No baja ese palo casi nunca ... Mediante una
creciente grande, solamente. ¡Lindo palo! Te gusta palo bueno, a Allá en el obraje de Castelhum, más arriba de Puerto
usted. Felicidad, las lluvias habían comenzado después de sesenta y
-Y usted lleva buen gramófono. ¿Conviene? cinco días de seca absoluta, que no dejó llanta en las alzaprimas.
El mercado prosiguió a son de cantos británicos, el indígena El haber realizable del obraje consistía en ese momento en
esquivando la vía recta, y el contador acorralándolo en el pequeño siete mil vigas -bastante más que una fortuna-. Pero como
círculo de la precisión. En el fondo, y descontados el calor y el whisky, las dos toneladas de una viga, mientras no estén en el puerto,
el ciudadano inglés no hacía un mal negocio, cambiando un perro no pesan dos escrúpulos en caja, Castelhum y Cía distaban
gramófono por varias docenas de bellas tablas, mientras el pescador muchísimas leguas de estar contentos.
de vigas, a su vez, entregaba algunos días de habitual trabajo a cuenta De Buenos Aires llegaron órdenes de movilización
de una maquinita prodigiosamente ruidera. inmediata; el encargado del obraje pidió mulas y alzaprimas
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