Page 245 - Narraciones extraordinarias
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Es imposible que un acto se haya planeado con más   prendí murmurando, casi en voz alta, las siguientes pala­
 perfección. Durante meses medité el asesinato. Rechacé   bras: "Estoy libre, estoy libre siempre que no sea lo bas­
 mil planes porque su ejecución tenía cierta posibilidad de   tante estúpido como para confesar abiertamente".
 ser descubierto. Al final, gracias a la lectura de unas nove­  Apenas terminé de pronunciar esta frase, sentí un frío
 las francesas, me enteré de la historia de madame Pilaf   glaciar que penetraba en mi corazón. Tenía ya cierta expe­
 quien murió por obra de una vela envenenada. Como sa�   riencia con estos arrebatos de perversidad -cuya naturale­
 bía que mi víctima acostumbraba leer en su pequeña y mal   za he tratado de explicar-, y recordaba que jamás había
 ventilada habitación, esta historia me impresionó. Pero,   logrado resistir sus ataques. Y ahora, la idea de delatarme
 no creo necesario cansarlos con detalles; no necesito des­  me enfrentaba como la misma sombra del asesinado y me
 cribirles lo fácil que fue sustituir la vela original por la de   empujaba a la muerte.
 mi propia fabricación. A la mañana siguiente, fue hallado   En un principio intenté ahuyentar esta pesadilla de mi
 muerto y la resolución del médico forense fue "Muerto   espíritu.  Anduve lo más de prisa que pude;  terminé co­
 por voluntad de Dios".   tTiendo. Sentía un enorme deseo de gritar a viva voz. Cada
 Heredé su fortuna, y por algunos años todo estuvo bien.   minuto que avanzaba mi pensamiento me llenaba de te­
 Personalmente me encargué de hacer desaparecer la vela   rror, pues yo sabía que en mi situación "pensar" era per­
 fatal y borré toda huella que me delatara. Me enorgullecía   derse. Aceleré el paso, salté por las calles llenas de gente,
 satisfactoriamente cada vez que pensaba en mi absoluta   hasta que esta se alarmó y comenzó a perseguirme. Fue
 seguridad.   cuando sentí que mi destino se había consumado.  Si hu­
 Durante un tiempo me acostumbre a gozar de aquel   biera podido arrancarme la lengua, lo habría hecho, pero
 sentimiento, el cual me daba un placer aún  mayor que los   oí una voz ruda y sentí una mano firme que me  ,sujetaba el
 beneficios materiales que conseguí a través del crimen.   hombro.
 Pero, llegó un momento en que el gozo se fue transfor­  Me volví y abrí la boca para respirar, y sentí durante
 mando, lentamente, en una idea obsesiva que no me a�an­  un minuto todas las angustias del ahogo: me quedé ciego,
 donaba. Al igual que el estribillo incansable de una can­  sordo y aturdido. De pronto, pensé, un demonio invisible
 ción se repite en nuestro oído, esta idea se mantenía en mi   me golpeó con su enorme mano la espalda, y el secreto
 mente,  y me descubrí en varias ocasiones repitiendo en   que hube guardado tanto tiempo, escapó de mi alma.
 voz baja:  "estoy libre".   Dicen que hablé y que me expresé con claridad. Que
 Incluso un día, mientras paseaba por las calles, me sor-  declaré mis ideas en forma apasionada y rápida, como te-


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