Page 213 - Narraciones extraordinarias
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EL RETRATO OVALADO
El castillo al cual mi criado había entrado a la fuerza
antes de dejarme, malherido como estaba, pasar la noche
al aire libre, tenía la grandeza y melancolía de aquellas
viejas mansiones de los Apeninos, tan nombradas en las
novelas de Mrs. Radcliffe. Sin lugar a dudas, el castillo
había sido recién abandonado. Nos instalamos en una de
las habitaciones más pequeñas y menos fastuosa, la cual
se ubicaba en una apartada torre del edificio y, aunque su
decorado era lujoso, se notaba antigua y deteriorada. Sus
paredes estaban cubiertas de tapices y adornadas con múl
Liples y nobles escudos heráldicos; además de una enormi
dad de pinturas modernas enmarcadas en ricos marcos
dorados, de estilo arabesco. Aquellas pinturas, que no sólo
ocupaban todo el largo de los muros, sino también diver
sos rincones que la arquitectura del lugar permitía, produ
jeron en mí gran interés, influenciado quizás por la fiebre
que me atormentaba en ese momento. Deseoso de entre
garme a la contemplación de los cuadros y a la lectura de
un extraño y pequeño volumen que contenía la descrip
ción de cada unos de estos, ordené a Pedro cerrar las pesa
das persianas -pues era de noche-, encender las bujías de
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