Page 217 - Narraciones extraordinarias
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durante muchas horas, días, en la sombría habitación de la   grito terrible:   , .
 torre, envuelta por una pálida luz que desde el cielo raso   -¡Esta obra es magnífica, tiene todo el espmtu y la
 caía sobre la tela.   vida misma!
 En cambio, el pintor se vanagloriaba por su obra, que   y  se  volvió  p a ra  besar  a  su  amada  esposa,
 avanzaba hora tras hora, día tras día. Hombre apasionado,   pero  ... ¡estaba muerta!
 extraño y pensativo, se perdía en sus ensueños, tanto que
 era el único que no notaba que la escasa luz que entraba en
 aquella habitación, consumía la salud y los encantos de su
 mujer a medida que el retrato avanzaba. Pero ella siempre
 sonreía, sin quejarse nunca, pues veía que el pintor, que
 gozaba de gran fama, trabajaba con enorme placer noche
 y día para plasmar en la tela la imagen de quien tanto ama­
 ba. Quienes lo visitaban comentaban en voz baja el asom­
 broso y maravilloso parecido, otra muestra más de la ex­
 celencia de aquel artista insuperable. Finalmente, cuando
 el trabajo se acercaba a su término, no se le permitió a
 nadie más subir a la torre, porque el pintor, absorto en su
 obra, no despejaba su mirada del lienzo, ni siquiera para
 observar el rostro de su esposa. No quería ver que los co­
 lores que ponía sobre las mejillas del retrato eran extraí­
 dos de las mejillas de la que estaba sentada a su lado. Y
 cuando pasaron muchas semanas de trabajo, y no restaba
 más que un detalle para terminar la obra, una pequeña pin­
 celada en la boca y un toque sobre los ojos, el espíritu de la{
 joven palpitó vacilante como la llama de la lámpara. En­
 tonces, los toque fueron hechos; el pintor quedó unos ins­
 tantes en éxtasis ante el trabajo terminado; pero, un minu­
 to después, palideció y, estremecido de terror exhaló un


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