Page 211 - Narraciones extraordinarias
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-Sí, el amontillado. ¡Ja, ja, ja! Pero, ¿no se nos hace
primera capa, pude notar que la embriaguez de mi amigo
se había disipado en gran parte. El primer signo de ello fue tarde? ¿No estarán esperando en casa mi mujer y los de-
un grito sordo y un horrible quejido. ¡Aquello no era el mús? ¡Vámonos!
gemido de un borracho! Luego hubo un largo silencio. -Sí -dije-, vámonos ya.
Continué con la segunda, la tercera y la cuarta capa; en -¡Por el amor de Dios, Montresor!
tonces, sentí el espantoso sonido del agitar desesperado de -Sí -repuse-, por el amor de Dios.
las cadenas. Para disfrutar más, detuve mi trabajo y me No hubo respuesta; impaciente, volví a llamar:
senté sobre los huesos. Cuando las cadenas cesaron, conti -¡Fortunato ! ¡Fortunato !
nué con la quinta, la sexta y la séptima hilera. La pared me Nada. Pasé una antorcha por la abertura del nicho Y la
llegaba hasta el pecho. Detuve otra vez mi labor y con la dejé caer en el interior. Me contestó tan solo un cascabe
luz de la antorcha iluminé hacia el interior del hueco. leo. Sentí un intenso escalofrío, sin duda causado por la
Agudos y penetrantes gritos salieron de aquella tum humedad de las catacumbas. Rápidamente terminé mi tra
ba, tanto que me hicieron retroceder con violencia. Dudé bajo; coloqué la última piedra, la aseguré con el mortero Y
por un momento. Desenvainé mi espada y tanteé con ella re�ubrí la nueva pared con el montón de huesos. Durante
el interior del nicho. Pero, reflexionando por un momento, medio siglo nadie los ha tocado. ¡Requiescat in pace! *
me tranquilicé. Pasé la mano por la pared de piedra y res
piré satisfecho. Me acerqué denuevo a la tumba y contesté
esta vez con mis alaridos a aquel que gritaba. Me convertí
en su eco, lo seguí, lo repetí, hasta que lo vencí, y los gri
tos cesaron.
Se acercaba la medianoche y mi trabajo estaba por ter
minar. Había colocado la octava, la novena y décimas hile
ras. Faltaba tan solo una piedra por colocar. Salió entonces
del nicho una carcajada que me puso los pelos de punta.
-¡Ja, ja, ja! ¡Je, je, je! ¡Qué buena broma! ¡Cómo nos
reiremos de vuelta en nuestra casa! ¡Ja, ja, ja!
-¿Del amontillado? -dije.
-Sí, el amontillado. ¡Ja, ja, ja! Pero, ¿no se nos hace 1 ' Descanse en paz.
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