Page 192 - Narraciones extraordinarias
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de la mansión familiar, en los frescos del salón principal, 1nCts comunes. Las realidades terrenales me afectaban sólo
en los tapices de los dormitorios, en los grabados de algu rnmo visiones, mientras que las extrañas ideas del mundo
nos pilares de la sala de armas, pero, especialmente, en la d · los sueños, se transformaban en la única materia e inte-
� alería de cuadros antiguos, en el estilo de la biblioteca y, 1 <-s de mi existencia.
finalmente, en la peculiar naturaleza de sus libros; hay ele Berenice y yo éramos primos, y crecimos juntos en la
mentos más que suficientes para justificar esta creencia. r;1sa de mis padres. Pero crecimos de maneras muy distin
Los recuerdos de mi infancia se relacionan con este las: yo, enfermizo y envuelto en melancolía; ella, ágil, gra
cuarto y sus libros, de los cuales ya no hablaré más. Aquí riosa, llena de vida; suyos eran los paseos por la colina;
murió mi madre. Aquí nací yo. Pero debo aclarar que yo lllÍos, los estudios en la soledad del claustro. Yo vivía en
había vivido antes, que el alma tiene una existencia pre e -rrado en mí mismo, entregado en cuerpo y alma a la
via. ¿Lo niegan? No discutiremos sobre este asunto. Yo 111cditación; ella, vagaba sin preocuparse de la vida, sin
e toy convencido, pero no busco convencer a nadie. Hay, pt;nsar en las sombras del camino ni en el paso de las horas
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s n embargo, un recuerdo de formas etéreas, de ojos espi de alas negras. ¡Berenice! -invoco su nombre-, ¡Berenice!
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ntuales y expresivos, de sonidos musicales pero tristes, un Y ante este sonido se conmueven en mí una tumultuosa
recuerdo que no será abandonado; una memoria como una t'antidad de recuerdos de las grises ruinas. ¡Ah, acude ante
sombra, vaga, variable, indefinida, vacilante, y como una mí la viva imagen de sus primeros días de dicha y alegría!
sombra también la imposibilidad de librarme de ella mien-' ¡Oh, encantadora y fantástica belleza! ¡Oh, sílfide en me
tras brille la luz de mi razón. dio del paraíso de Arnheim! ¡Oh, ninfa entre sus fuentes!
Nací, pues, en la biblioteca. Desperté en una larga no Y después todo es misterio y terror, y un relato que no
che de lo que parecía ser, sin serlo, la no-existencia; para debiera ser contado. Una enfermedad mortal cayó sobre
trasladarme al país de las hadas, al palacio de la imagina ella como un tornado y, mientras yo la contemplaba, el
ción, a los salvajes dominios del pensamiento y del saber. cruel espíritu de la transformación la arruinó, penetrando
No es extraño que en ese entonces mirara a mi alrededor en su mente, en sus hábitos, en su carácter y, de una mane
con ojos asombrados, que malgastara mi niñez entre libros ra sutil y terrible, alterando incluso su propia identidad.
y mi juventud en ensueños; pero sí es raro que, en plena ¡ Hay!, el destructor iba y venía y la víctima, ¿dónde esta
madurez, aún me encontrara viviendo en la mansión de ba? Yo ya no reconocía a la verdadera Berenice.
mis padres; sí, es asombrosa la parálisis que afectó mi vida, Entre las numerosas enfermedades que provocaron
asombroso el cambio que se produjo en mis sentimientos aquel primer espantoso cambio en la moral y en el físico
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