Page 195 - Narraciones extraordinarias
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de mi prima, la más terrible y angustiosa era una clase de   cias más comunes provocadas por el estado de mi mente,
 epilepsia que con frecuencia terminaba en catalepsia, es­  las cuales, aunque no carecen de precedente, desafían cual­
 tado muy semejante al término de la vida, del cual ella se   quier tipo de explicación o análisis.
 recuperaba,  e n   la  mayoría  de  los  casos,  de  forma   Pero no me entiendan mal.  La excesiva,  intensa  y
 sorpresivamente abrupta. Al mismo tiempo, mi propia en­  morbosa atención que me provocaban los objetos trivia­
 fermedad -pues me han dicho que no debería darle otro   les, no debe confundirse con la tendencia natural de mu­
 nombre- se desenvolvía rápidamente, asumiendo  un ca­  chos hombres a la mediación, sobre todo de aquellos que
 rácter monomaniaco de una nueva y  extraña forma, au­  poseen una imaginación inquieta. Tampoco era, como pudo
 mentando hora tras hora su vigor y, al final, logrando so­  suponerse en un comienzo, una exageración de esas facul­
 bre mí un incompresible ascendiente. Aquella monomanía   lades meditativas,  no,  la mía era esencialmente distinta,
 -como debo llamarla- consistía en una morbosa irritabili­  diferente. En algunos casos, el hombre soñador, interesa­
 dad de las propiedades de mi mente que la psicología nom­  < lo en un objeto importante, pierde poco a poco su aten­
 bra con la palabra "atención". Es probable que no me en­  rión derivando en deducciones y sugerencias que surgen
 tiendan, pero temo que me sea imposible dar al lector una  de  él,  hasta que  al  final  llega  a  un punto  en  que  el
 idea exacta de aquella nerviosa intensidad de interés con  incitamentum o causa generadora de sus meditaciones des­
 la cual mis facultades meditativas se concentraban en la  aparece completamente y  queda olvidada. En mi caso, el
 contemplación de los objetos más comunes.  punto de partida era siempre trivial y luego adquiría, a tra­
 Reflexionar durante largas horas con la atención fija   vés de mi enfermiza visión, una importancia imaginaria e
 en alguna nota trivial  al margen de un libro; permanecer   1 rreal. Hacía muy pocas deducciones, y las que elaboraba
 todo un día de verano absorto en la contemplación de una   rnnvertían al objeto original como su único centro y moti­
 sombra extraña que caía sobre el tapiz o sobre la puerta;   vo. Mis meditaciones no eran agradables, y al final de ellas,
 pasar toda una noche observando la llama de una lámpara   la causa original, lejos de perderse de vista, había alcanza­
 o el crepitar de la chimenea; soñar durante semanas con el  do un interés exagerado, que era el rasgo característico y
 perfume de una flor; nombar monótonamente una palabra  rcntral de mi enfermedad. En una palabra: la facultad que
 hasta que, debido a su repetición, su sonido dejaba de ofre­  actuaba en mí era la atención, mientras que en el soñador
 cer alguna idea a mi mente; perder toda noción de movi­  suele ser la especulación.
 miento o de la existencia, permaneciendo un largo tiempo  Mi libros, aún cuando no servían para aumentar mi
 en reposo absoluto. Estas eran algunas de mis extra vagan-  trastorno, sí compartían las mismas características imagi-

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