Page 190 - Narraciones extraordinarias
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dejó de ser el único tema de mis pensamientos. Abandon ·
            los libros de medicina. Quemé el macabro libro de Buchan.                                  BERENICE
            No leí más Pensamientos nocturnos, ni historias sobre c
            menterios, ni cuentos de miedo como este.  Poco  a  poc
            me convertí en un hombre nuevo y viví como un ser hu                                  Dicebant mihi soda/es si sepulchrum amicce visitarem,
            mano normal. Desde aquella noche abandoné   m  i s temor  s                                       curas meas aliquantulwnfore leva/as.
           sepulcrales y, junto a esto, desaparecieron los ataque cata                                                             Ebn Zaiat
           lépticos y me convencí de que eran consecuencia y no causu
           de mis miedos.
               Hay momentos en que el mundo de nuestra triste hu                      t .a desdicha  es múltiple,  y la  miseria  de la  tierra  es
           manidad puede tener  apariencia de Infierno, pero la ima­              11111l111'orme. Más  allá del  ancho horizonte, como el arco
           ginación humana no es Caratis para explorar impunemen­                 111  ,,  sus variados colores se mezclan íntimamente en di­
           te sus cavernas. Los tenebrosos horrores sepulcrales qu                  ' 1,,0s matices. ¡Más allá del horizonte  a  semejanza  del
           les he descrito no son producto de la imaginación, pero los             11, 11  iris!  ¿Cómo es que de tanta  belleza he derivado un
           demonios -que acompañaron a Afrasiab en su descenso al                 11  t't I  de  fealdad? ¿ Cómo de la  alianza y la  paz he descu­
           Oxus- tienen que dormir o nos devorarán ... , hay que per­             l 1w1 to un símil del dolor? Así como en la ética el Mal es
           mitirles el sueño o moriremos.
                                                                                  1111.1  ·onsecuencia  del Bien, en la  realidad, de la  alegría
                                                                                  11.iiT  la tristeza. O el recuerdo de la dicha pasada es la  an-
                                                                                  1111.·tia de hoy,  o las  agonías que son se originan de los
                                                                                  ,  1:isis que pudieron haber sido.
                                                                                      Mi nombre de pila es Egaeus; no diré mi apellido. Sin
                                                                                  , 111hargo,  baste decir  que no hay  en mi país torres más
                                                                                  1 11 111mables que las de mi melancólica, sombría y lúgubre
                                                                                  111nrada. Nuestro linaje ha sido llamado una raza de visio-
                                                                                  11.1rios; y en muchos sorprendentes detalles: en el carácter


                                                                                    Mis compañeros me aseguraban que visitando el sepulcro de mi
                                                                                   11111ga aliviaría en parte mis tristezas.
                                    188                                                                     189
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