Page 194 - Narraciones extraordinarias
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de mi prima, la más terrible y angustiosa era una clase de            cias más comunes provocadas por el estado de mi mente,
            epilepsia que con frecuencia terminaba en catalepsia, es­             las cuales, aunque no carecen de precedente, desafían cual­
            tado muy semejante al término de la vida, del cual ella se            quier tipo de explicación o análisis.
            recuperaba,  e n   la  mayoría  de  los  casos,  de  forma                Pero no me entiendan mal.  La excesiva,  intensa  y
            sorpresivamente abrupta. Al mismo tiempo, mi propia en­               morbosa atención que me provocaban los objetos trivia­
            fermedad -pues me han dicho que no debería darle otro                  les, no debe confundirse con la tendencia natural de mu­
            nombre- se desenvolvía rápidamente, asumiendo  un ca­                 chos hombres a la mediación, sobre todo de aquellos que
            rácter monomaniaco de una nueva y  extraña forma, au­                 poseen una imaginación inquieta. Tampoco era, como pudo
            mentando hora tras hora su vigor y, al final, logrando so­            suponerse en un comienzo, una exageración de esas facul­
            bre mí un incompresible ascendiente. Aquella monomanía                lades meditativas,  no,  la mía era esencialmente distinta,
            -como debo llamarla- consistía en una morbosa irritabili­             diferente. En algunos casos, el hombre soñador, interesa­
            dad de las propiedades de mi mente que la psicología nom­             < lo en un objeto importante, pierde poco a poco su aten­
            bra con la palabra "atención". Es probable que no me en­              rión derivando en deducciones y sugerencias que surgen
            tiendan, pero temo que me sea imposible dar al lector una             de  él,  hasta que  al  final  llega  a  un punto  en  que  el
            idea exacta de aquella nerviosa intensidad de interés con             incitamentum o causa generadora de sus meditaciones des­
            la cual mis facultades meditativas se concentraban en la               aparece completamente y  queda olvidada. En mi caso, el
            contemplación de los objetos más comunes.                              punto de partida era siempre trivial y luego adquiría, a tra­
                Reflexionar durante largas horas con la atención fija              vés de mi enfermiza visión, una importancia imaginaria e
            en alguna nota trivial  al margen de un libro; permanecer              1 rreal. Hacía muy pocas deducciones, y las que elaboraba
            todo un día de verano absorto en la contemplación de una              rnnvertían al objeto original como su único centro y moti­
            sombra extraña que caía sobre el tapiz o sobre la puerta;              vo. Mis meditaciones no eran agradables, y al final de ellas,
           pasar toda una noche observando la llama de una lámpara                 la causa original, lejos de perderse de vista, había alcanza­
           o el crepitar de la chimenea; soñar durante semanas con el             do un interés exagerado, que era el rasgo característico y
            perfume de una flor; nombar monótonamente una palabra                 rcntral de mi enfermedad. En una palabra: la facultad que
           hasta que, debido a su repetición, su sonido dejaba de ofre­            actuaba en mí era la atención, mientras que en el soñador
           cer alguna idea a mi mente; perder toda noción de movi­                 suele ser la especulación.
           miento o de la existencia, permaneciendo un largo tiempo                   Mi libros, aún cuando no servían para aumentar mi
           en reposo absoluto. Estas eran algunas de mis extra vagan-              trastorno, sí compartían las mismas características imagi-

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