Page 187 - Narraciones extraordinarias
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habían cambiado la rígida e incomoda posición en que fue­  provisto de una palanca a mis pies que permitiera la fácil
 ron enten-ados. La voz volvió a hablar:   abertura de la tumba, junto con una cuerda,  conectada a
 -¿No es esto un penoso espectáculo?  111i muñeca, que accionaba una campana colgada en la bó­
 Pero antes de que pudiera responder, el fantasma ha­  veda del panteón. Pero, ¡ay!, ¿de qué sirven las precaucio­
 bía soltado mi muñeca, las luces fosfóricas se extinguie­  nes contra el destino del hombre? ¡Ni siquiera este minu­
 ron y se ceITaron repentinamente las tumbas, mientras de   cioso plan me libraba de las angustias de ser víctima de un
 ellas emanaban unos gritos lastimosos que repetían: "¿No   rn  Li  erro prematuro!
 es esto un penoso espectáculo?".
 Sueños como este me perturbaban todas las noches,   Un día -como a menudo me había ocurrido- sentí que
 extendiendo su teITorífica influencia hasta las horas de sol.   vol vía a la vida lentamente y con total inconsciencia. La ima-
 Se apoderaron de mí frecuentes ten-ores; dudaba en cabal­  1'. ·n de la aurora se acerca pausada, como una tortuga. Una
 gar, en caminar o en cualquier acción que me alejara de mi   1111ranquilidad y un dolor sordo me embargaban. En una ab­
 casa y de aquellos que estaban al tanto de mi enfermedad,   ,',llluta inmovilidad, sentí un zumbido en mis oídos y un hor-
 por miedo a que en uno de mis ataques me encontrara frente   111igueo en mis piernas. Poco a poco las sensaciones luchaban
 a gente extraña y fuera enteITado antes de lo previsto. Lle­  por Lransformarse en pensamientos. Tuve una recaída en la
 gué a dudar de la fidelidad de mis amigos más queridos,   IH> existencia, y luego una vuelta a la vida se manifestó con
 creyendo que como les causaba muchas molestias aprove-'   1111 débil parpadeo; al mismo tiempo, un miedo pavoroso en­
 charan un estado de síncope para librarse de mí. En vano   viaba sangre a mi corazón con tal rapidez, que parecía pro­
 me tranquilizaban con las más solemnes promesas; y no   duelo de un choque eléctrico. Y entonces, la memoria poco a
 estuve medianamente tranquilo hasta que los hice jurar en   poco recobra sus dominios y voy alcanzando consciencia de
 forma sagrada que no me enteITarían hasta que mi estado   111i estado. Comprendí que no despertaba de un sueño normal
 de descomposición estuviera tan avanzado que impidiese   y recordé haber sufrido un ataque de catalepsia. De pronto,
 toda conservación. Y como mis temores no aceptaban con­  por fin, como la embestida de un océano, el peligro estreme­
 suelos,  comencé a planear una serie de excéntricas pre­  ( t'dor, fantasmal y siempre presente, estremece mi espíritu.
 cauciones:  mandé remodelar el panteón familiar, de ma­  Por algunos minutos permanecí inmóvil: no podía re-
 nera que su puerta se abriera desde dentro; se dispuso la   1111  ir el valor para moverme. No me átrevía a hacer ningún
 entrada de luz y aire, y de adecuados recipientes con ali­  ('.'fuerzo que develara mi destino; sin embargo, algo en mi
 mentos; el ataúd fue acolchado con un  material suave y   (  t >razón sabía que "era seguro". La hoITible desesperación


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