Page 17 - Narraciones extraordinarias
P. 17

Este miedo no era, positivamente, a un daño físico; sin   paño de lágrimas. La más paciente víctima de las repentinas,
 embargo es difícil definirlo de otro modo, y casi me ruboriza   frecuentes e indomables furias, a las que ciegamente me  aban-
 aceptarlo. Aún en esta celda de malhechor, me avergüenza   doné.
 declarar que el pánico que me inspiraba ese gato se había   Un día, por un  quehacer  doméstico, me acompa?ó al  sót ­
                                                               �
 acrecentado a causa de una de las fantasías más perfectas que   no del viejo edificio donde nuestra pobreza nos obh aba a vi­
                                                        �
 es posible imaginar.   vir. Por los delgados peldaños  de la  escalera  me segma el gato,
 No pocas veces, mi mujer llamó mi atención con respec­  y cuando me hizo tropezar, me exasperó hasta la locura.  po­
                                                            �
 to al carácter de la raya blanca en torno al cuello, que consti­  derándome de un hacha, y olvidando el espanto que babia de­
 tuía la única diferencia perceptible entre este animal y aquel   tenido hasta entonces mi mano, dirigí un golpe al animal.
 que yo había matado. Aunque grande, tuvo primitivamente,   Habría sido mortal si le hubiese alcanzado como quería. Pe­
 como ya lo he dicho, una forma indefinida. Pero, gradualmen­  ro mi mujer me detuvo. Esta intervención  e provocó un ra­
                                                             �
                                               �
 te, pasando por diversas faces había adquirido una rigurosa   bia  endemoniada.  Liberé  mi  brazo,  y  sm  pensarlo  m  un
 nitidez de contornos.   segundo, Je  hundí  el  hacha en el crá eo. Mi  sposa cayó  muer­
                                                �
                                         �
 En ese momento era la imagen de un objeto que me ha­  ta instantáneamente, sin exhalar m un gemido.
 ce temblar, y me obliga a mirarlo como a un monstruo de ho­  Realizado el  horrible asesinato, inmediata y resueltamen­
 rror y repugnancia. iEra la imagen de una cosa abominable y   te, procuré esconder el cuerpo. Me di cuenta de que, ni de día
                                                            _
 siniestra: la horca! iMáquina de espanto y crimen, de muerte   ni de noche, lograría hacerlo desaparecer de la casa, sm que
                                                       _
 y agonía!   se enteraran los vecinos, y asaltaron mi mente vanos proyec­
 Yo  era,  entonces,  verdaderamente,  un  miserable,  una   tos. Por un instante pensé trozar el cadáver y enterrar los  e­
                                                              �
 bestia brutal. iAy, ni de día ni de noche conocía ya la paz ni   dazos en el suelo. Después resolví cavar una fosa en el piso
 el  descanso! Ni un solo instante, durante cada jornada, se ale­  del sótano. Luego decidí arrojarlo al pozo del jardín. Cam ié
                                                               �
 jaba de mí ese animal. A la hora de dormir, cuando salía de   de  idea  y decreté embalarlo en un cajón, como una  mercancia,
 mis sueños llenos de inenarrable angustia, era tan sólo para   y encargar a un mandadero que se lo  llevase de casa, fac­
 sentir el aliento tibio del gato en mi rostro, y su enorme peso   turándolo a cualquier destino.  Finalmente, me detuve ante
 que parecía gravitar eternamente sobre mi corazón.   un plan que consideré el más factible: determiné emp redar­
                                                           �
                                                 _
 Bajo  tales tormentos sucumbió lo poco de bueno que que­  lo, como dicen que hacían, en la Edad Media, los monJes con
 daba en mí.  Infames pensamientos se me  hicieron íntimos.   sus víctimas.   .
 Las más som-brías,)c:is más repugnantes ideas eran acariciadas   El sótano parecía estar constrm ct, o   · 1 o par este
                                                             .  1
 por riii mente. La tristezf(de-mi humor se acrecentó hasta ha­  Proyecto. Los muros  st   �vaptad-9'$'. �n el cm', ado
                                                  .d  __  ,-i.:o..  t
                                       b,.¡:) ih  t 0
                                                      ••..  ��
 cerme aborrecer toda� las co�as y a'fh Humanidad entera. Mi   habitual, y no  cía  .  ucho t1eijJp,tJ'   �� ian s1  �,, �; � r os, en
                                                    ¿
                             �
                      ��
                                    •
                            )).a
                                                 .
                                                \J
 mujef/sin-,emh<!rgo/no se q.uejaba nunca. Era siempre mi   toda su extens1on  po  una ca � p0-yes1'd ª!l�Ja-..-hamtcfá no
 •,  . .
                                         - __  ;,.-
                             ��
                                   _,t;t:
                          '
                                      -
                              .
                                    15
   12   13   14   15   16   17   18   19   20   21   22