Page 19 - Narraciones extraordinarias
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dejó endurecerse. Existía, por otra parte, una saliente en uno   rror, el monstruo se había alejado para siempre de aquellos
 de estos muros, producida por una chimenea artificial que   Jugares. Ya no volvería a verle jamás, y mi dicha era infinita.
 quedó tapada. No dudé que me sería fácil quitar los ladrillos   Me inquietaba muy poco la criminalidad de mi tenebrosa ac­
 de aquel sitio, colocar allí el cadáver, y emparedarlo, de ma­  ción, aunque se abrió una especie de sumario que inte t �  cier­
                                                         ?
 nera que ninguna mirada pudiera descubrir nada sospechoso.   tas averiguaciones. También se dispuso un reconoc1m1ento,
 No me engañé en mis cálculos y, ayudado por una palan­  pero, naturalmente, nada podía descubrirse. Yo daba por ase­
 ca, separé sin mayor dificultad los ladrillos. Luego coloqué el   gurada mi felicidad futura.   .   ,
 cuerpo contra la pared interior, y lo sostuve en esa postura,   Al cuarto día de haber cometido el asesmato, se presento
 hasta restablecer, sin gran esfuerzo, toda la estructura a su es­  inopinadamente en mi casa un grupo de agentes de Policía, Y
 tado primitivo. Tomando cuanta precaución es imaginable,   procedió de nuevo a una rigurosa inspección. Confiando en
 me procuré una argamasa de cal y arena. Preparé una mezcla   lo impenetrable de aquel escondite, no experimenté turba­
 que no podía distinguirse de la primitiva, y cubrí cuidadosa­  ción alguna.
 mente con ella el nuevo tabique.   Los agentes quisieron que los acompañara en su revisión,
 Cuando terminé, acepté que todo había resultado perfec­  y fue examinado hasta el último rincón de la casa. Por terce­
 to. La pared no presentaba la más leve señal de arreglo. Con   ra o cuarta vez bajaron al sótano, lo cual no me alteró en lo
 sumo  cuidado barrí el piso y recogí los escombros. Miré, triun­  más mínimo. Como el de un hombre que reposa en la inocen­
 falmente a mi alrededor, y me dije: "Por lo menos aquí, mi   cia  mi corazón latía pacíficamente. Recorrí el sombrío lugar ,
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 trabajo no ha sido infructuoso".   de punta a punta, crucé los brazos sobre el pecho y me pasee
 En seguida, la primera idea fue buscar al felino causante   indiferente de un lado a otro. Plenamente satisfecha, la Po­
 de tan tremenda desgracia, porque, al fin, había resuelto ma­  licía se disponía a abandonar la casa, pero era demasiad in­
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 tarlo.  Si  en aquel  momento  lo  hubiera  encontrado,  nada   tenso  el  júbilo  que  yo  experimentaba  para  que  pudiera
 habría evitado su destino. Pero parecía que el animal, ante la   reprimirlo. Sentía la viva necesidad de decir una palabra, una
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 violencia de mi cólera, se había alarmado y procuraba no pre­  palabra tan sólo, a modo de triunfo, y hacer doblemente evi­
 sentarse, desafiando, desde su refugio, mi furia. Es imposible   dente la convicción de mi inocencia.
 describir o imaginar la intensa. la apacible, sensación de ali­  -Señores  -dije, cuando los agentes subían la escale­
 vio que trajo a mi corazón la ausencia de la detestada criatu­  ra -, es para mí una gran satisfacción haber desvanecido sus
 ra. No se presentó en toda la noche, y ésta fue la primera que   sospechas. Les deseo a todos ustedes buena salu � ·-·  Vuel­
 gocé desde su llegada a la casa. Dormí tranquila y profunda­  van a verme. Tienen ustedes aquí una casa muy bien cons­
 mente. Sí, dormí con el peso de aquel asesinato en mi alma.   truida  ...  -Apenas sabía  lo  que hablaba  en  mi  desatinado
 Transcurrieron el segundo y el tercer día. Mi verdugo no   afán de decir algo-. Puedo asegurarles que ésta es una cdi­
 vino, y respiré una vez más como un hombre libre. En su te-  [icación excelente. Estos muros  ... l.Cómo? l.Se van ustedes,

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