Page 13 - Narraciones extraordinarias
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El gato mejoró, entre tanto, lentamente. La órbita del ojo   En la noche siguiente al día en que realicé tan cruel ac­
 perdido presentaba, por cierto, un aspecto espantoso. Sin em­  ción, me despertó del sueño el grito de "iFuego!" Ardían las
 bargo, él no parecía darse cuenta de ello. Según su costum­  cortinas de mi lecho, y la casa era una gran hoguera. Mi mu­
 bre, iba y venía por la casa. Y, como debí suponerlo, en cuanto   jer, mi criado y yo, logramos escapar venciendo grandes difi­
 yo me aproximaba, huía aterrorizado. Me quedaba aún algo   cultades. La destrucción fue total.  Quedé arruinado, y  me
 de mi antiguo corazón, y me afligía esta antipatía manifiesta   entregué desde entonces a la desesperación.
 en un ser que tanto me había amado anteriormente. Pero es­  No pretendo  establecer relación  alguna  entre  causa  y
 ta aflicción no tardó en ser desalojada por la ira, y para mi   efecto con respecto a mi crueldad y el desastre; estoy por en­
 caída final e irrevocable, brotó entonces el espíritu de la per­  cima de tal debilidad. No obstante, me limito a dar cuenta de
 versidad. Creo que la perversidad es uno de los impulsos pri­  una cadena de hechos y no quiero omitir el menor eslabón.
 mitivos del ser humano. una de esas indivisibles facultades   Visité las ruinas un día después del incendio. Excepto una, to­
 que rigen inicialmente el carácter del hombre. l.Quién no se   das las paredes se habían derrumbado. Esta excepción la cons­
 ha sorprendido cometiendo una acción necia o vil, por la úni­  tituía un delgado tabique interior, contrn el cual se apoyaba
 ca razón de que sabía que no debía cometerla? l.No tenemos   la cabecera de mi lecho. Allí, la construcción había resistido
 una constante inclinación, pese a lo excelente de nuestro jui­  en gran parte a la acción del fuego, hecho que atribuí a que
 cio, a violar la ley, simplemente porque comprendemos que   había sido reparada hacía poco. En torno a aquella pared se .
 es la LEY?   congregaba la multitud, y numerosas personas la examinaban
 Sí, este espíritu de perversidad produjo mi ruina comple­  con gran atención. Excitaron mi curiosidad las palabras "ex­
 ta. El vivo e insondable deseo del alma de atormentarse a sí   traño", "singular",  y otras expresiones parecidas. Entonces
 misma, de violentar su propia naturaleza, de hacer el mal por   me acerqué, y vi, semejante a un bajo relieve esculpido sobre
 el amor al mal, me impelía a prolongar el suplicio que había   la blanca superficie, la figura de un gigantesco gato. La ima­
 infligido al inofensivo animal. Una mañana, a sangre fría, ceñí   gen estaba copiada con exactitud prodigiosa. Rodeaba el cue­
 un nudo corredizo en torno a su cuello y lo ahorqué colgándo­  llo del animal una cuerda.
 lo de la rama de un árbol. Lo ahorqué con mis ojos llenos de   Apenas observé la aparición, porque no podía considerar
 lágrimas, con el corazón desbordante del más amargo remor­  aquello más que como una aparición, me sobrecogió una te­
 dimiento. Lo ahorqué porque sabía que me había amado, y   rrible mezcla de asombro y pánico. Por fin vino en mi ayuda
 reconocía que jamás tuve motivo alguno para encolerizarme   la rellexión, y recordé que el gato había sido ahorcado en un
 con él. Lo ahorqué porque comprendía que al hacerlo co­  jardín contigúo a la casa. A los gritos de alarma, este jardín
 metía un pecado, un pecado mortal que comprometía mi al­  fue invadido de inmediato por la muchedumbre, y el animal
 ma, hasta el punto de colocarla lejos incluso de la misericordia   debió ser descolgado por alguien y arrojado a mi cuarto por
 infinita de Dios.   la ventana; sin duda con el propósito de despertarme. El de-

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