Page 12 - Narraciones extraordinarias
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El gato mejoró, entre tanto, lentamente. La órbita del ojo En la noche siguiente al día en que realicé tan cruel ac
perdido presentaba, por cierto, un aspecto espantoso. Sin em ción, me despertó del sueño el grito de "iFuego!" Ardían las
bargo, él no parecía darse cuenta de ello. Según su costum cortinas de mi lecho, y la casa era una gran hoguera. Mi mu
bre, iba y venía por la casa. Y, como debí suponerlo, en cuanto jer, mi criado y yo, logramos escapar venciendo grandes difi
yo me aproximaba, huía aterrorizado. Me quedaba aún algo cultades. La destrucción fue total. Quedé arruinado, y me
de mi antiguo corazón, y me afligía esta antipatía manifiesta entregué desde entonces a la desesperación.
en un ser que tanto me había amado anteriormente. Pero es No pretendo establecer relación alguna entre causa y
ta aflicción no tardó en ser desalojada por la ira, y para mi efecto con respecto a mi crueldad y el desastre; estoy por en
caída final e irrevocable, brotó entonces el espíritu de la per cima de tal debilidad. No obstante, me limito a dar cuenta de
versidad. Creo que la perversidad es uno de los impulsos pri una cadena de hechos y no quiero omitir el menor eslabón.
mitivos del ser humano. una de esas indivisibles facultades Visité las ruinas un día después del incendio. Excepto una, to
que rigen inicialmente el carácter del hombre. l.Quién no se das las paredes se habían derrumbado. Esta excepción la cons
ha sorprendido cometiendo una acción necia o vil, por la úni tituía un delgado tabique interior, contrn el cual se apoyaba
ca razón de que sabía que no debía cometerla? l.No tenemos la cabecera de mi lecho. Allí, la construcción había resistido
una constante inclinación, pese a lo excelente de nuestro jui en gran parte a la acción del fuego, hecho que atribuí a que
cio, a violar la ley, simplemente porque comprendemos que había sido reparada hacía poco. En torno a aquella pared se .
es la LEY? congregaba la multitud, y numerosas personas la examinaban
Sí, este espíritu de perversidad produjo mi ruina comple con gran atención. Excitaron mi curiosidad las palabras "ex
ta. El vivo e insondable deseo del alma de atormentarse a sí traño", "singular", y otras expresiones parecidas. Entonces
misma, de violentar su propia naturaleza, de hacer el mal por me acerqué, y vi, semejante a un bajo relieve esculpido sobre
el amor al mal, me impelía a prolongar el suplicio que había la blanca superficie, la figura de un gigantesco gato. La ima
infligido al inofensivo animal. Una mañana, a sangre fría, ceñí gen estaba copiada con exactitud prodigiosa. Rodeaba el cue
un nudo corredizo en torno a su cuello y lo ahorqué colgándo llo del animal una cuerda.
lo de la rama de un árbol. Lo ahorqué con mis ojos llenos de Apenas observé la aparición, porque no podía considerar
lágrimas, con el corazón desbordante del más amargo remor aquello más que como una aparición, me sobrecogió una te
dimiento. Lo ahorqué porque sabía que me había amado, y rrible mezcla de asombro y pánico. Por fin vino en mi ayuda
reconocía que jamás tuve motivo alguno para encolerizarme la rellexión, y recordé que el gato había sido ahorcado en un
con él. Lo ahorqué porque comprendía que al hacerlo co jardín contigúo a la casa. A los gritos de alarma, este jardín
metía un pecado, un pecado mortal que comprometía mi al fue invadido de inmediato por la muchedumbre, y el animal
ma, hasta el punto de colocarla lejos incluso de la misericordia debió ser descolgado por alguien y arrojado a mi cuarto por
infinita de Dios. la ventana; sin duda con el propósito de despertarme. El de-
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