Page 15 - Narraciones extraordinarias
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rrumbe de las restantes paredes había comprimido a la vícti y caminamos hacia mi casa. Cuando llegamos se encontró co
ma de mi crueldad en el yeso todavía fresco de la pared recién mo si fuera en la suya, y se convirtió rápidamente en el mejor
restaurada, y la cal, en combinación con las llamas y el amigo de mi mujer.
ai oníaco del cadáver, plasmaron esa imagen tal como yo la Sin embargo, muy pronto surgió en mí una inexplicable
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veia. antipatía hacia él. Sucedía, precisamente, lo contrario de lo
Intenté satisfacer así mi razón, aunque no mi conciencia, que yo había esperado. No sé cómo ni por qué ocurrió esto,
en la que quedó una huella profunda del sorprendente caso. pero su evidente ternura me enojaba, y casi me fatigaba. Po
Durante varios meses no pude liberarme del fantasma del ga co a poco, estos sentimientos de disgusto y fastidio fueron au
to, y nació en mi alma una especie de remedo de remordi mentando, hasta convertirse en la amargura del odio.
miento. Llegué incluso a lamentar la pérdida del animal, y a Principié a evitar su presencia. Una especie de vergüenza,
buscar en torno a mí, en los miserables tugurios que frecuen mezclada al recuerdo de mi crueldad, me impedían maltratar
taba, otro felino parecido que pudiera sustituirle. lo, y durante algunas semanas me abstuve de golpearlo o tra
Una noche, hallándome medio aturdido en un bodegón, tarlo con violencia. Pero, gradual e insensiblemente, llegué a
llamó mi atención un objeto negro en lo alto de uno de los sentir por él un horror indecible. En silencio, lo eludía, como
grandes barriles de ginebra y ron que componían el mobilia si huyera de la peste.
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no mas importante del lugar. Desde hacía algunos momentos Lo que me despertó abiertamente el odio por el animal,
observaba este tonel, y me sorprendió no haber advertido lo fue el descubrimiento que hice a la mañana siguiente de ha
que estaba colocado encima. Me acerqué y lo toqué. Era un berlo llevado conmigo: como Plutón, también este gato había
sido privado de uno de sus ojos. E,;;ta circunstancia, en cam
gato n gro, enorme, tan corpulento como Plutón, al que se bio, contribuyó a hacerlo más grato a mi esposa, quién, como
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asemeJaba en todo, salvo en un detalle: Plutón no tenía un ya he dicho, poseía esa ternura que en otro tiempo fue mi ras
solo pelo blanco en todo el cuerpo, y éste poseía, aunque en go característico y el manantial de agrados sencillos y puros.
forma indefinida, una señal de pelos albos, como un collar so Pero el cariño que el gato me demostraba, parecía crecer
bre el pecho. en razón directa a mi odio hacia él. Con tenacidad increíble
Apenas lo toqué, se levantó repentinamente, ronronean seguía constantemente mis pasos, se ovillaba bajo mi sillón, o
do con fuerza, se restregó contra mi mano y pareció conten saltando sobre mis rodillas, me cubría con sus caricias espan
to. Era el animal que buscaba. Me apresuré a hablar con el tosas. Si me levantaba, se metía entre mis piernas y casi me
dueño y le propuse que me lo vendiera. Pero él no manifestó derribaba, o bien trepaba por mis ropas, clavando sus largas
interés alguno por el animal. No lo conocía, no lo había visto y agudas garras en mi pecho. En esos instantes hubiera que
nunca. rido matarlo de un golpe, y me lo impedía el recuerdo de mi
Seguí acariciándolo, y cuando me disponía a regresar a mi primer crimen. No, lo que me detenía, me apresuro a confe
hogar, el gato se mostró dispuesto a ir conmigo. Se lo permití sarlo, era un verdadero terror al animal.
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