Page 58 - Hamlet
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CLAUDIO.- Tú, mi amada Gertrudis, deberás también retirarte, porque hemos dispuesto
                  que Hamlet al venir aquí, como si fuera casualidad, encuentre a Ofelia. Su padre y yo,
                  testigos los más aptos para el fin, nos colocaremos donde veamos sin ser vistos. Así
                  podremos juzgar de lo que entre ambos pase, y en las acciones y palabras del Príncipe
                  conoceremos si es pasión de amor el mal de que adolece.

                       GERTRUDIS.- Voy a obedeceros, y por mi parte, Ofelia, ¡oh, cuánto desearía que tu
                  rara hermosura fuese el dichoso origen de la demencia de Hamlet! Entonces yo debería
                  esperar que tus prendas amables pudieran para vuestra mutua felicidad restituirle su salud
                  perdida.

                       OFELIA.- Yo, señora, también quisiera que fuese así.






                  Escena III




                  CLAUDIO, POLONIO, OFELIA




                       POLONIO.- Paséate por aquí, Ofelia. Si Vuestra Majestad gusta, podemos ya
                  ocultarnos. Haz que lees en este libro; esta ocupación disculpará la soledad del sitio...
                  ¡Materia es, por cierto, en que tenemos mucho de que acusarnos! ¡Cuántas veces con el
                  semblante de la devoción y la apariencia de acciones piadosas, engañamos al diablo mismo!

                       CLAUDIO.- Demasiado cierto es... ¡Qué cruelmente ha herido esa reflexión mi
                  conciencia! El rostro de la meretriz, hermoseada con el arte, no es más feo despojado de los
                  afeites, que lo es mi delito disimulado en palabras traidoras. ¡Oh! ¡Qué pesada carga me
                  oprime!

                       POLONIO.- Ya le siento llegar; señor, conviene retirarnos.
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