Page 63 - Hamlet
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HAMLET y dos cómicos




                  Salón del Palacio.




                       HAMLET.- Dirás este pasaje en la forma que te le he declamado yo: con soltura de
                  lengua, no con voz desentonada, como lo hacen muchos de nuestros cómicos; más valdría
                  entonces dar mis versos al pregonero para que los dijese. Ni manotees así, acuchillando el
                  aire: moderación en todo; puesto que aun en el torrente, la tempestad, y por mejor decir, el
                  huracán de las pasiones, se debe conservar aquella templanza que hace suave y elegante la
                  expresión. A mí me desazona en extremo ver a un hombre, muy cubierta la cabeza con su
                  cabellera, que a fuerza de gritos estropea los afectos que quiere exprimir, y rompe y
                  desgarra los oídos del vulgo rudo; que sólo gusta de gesticulaciones insignificantes y de
                  estrépito. Yo mandaría azotar a un energúmeno de tal especie: Herodes de farsa, más
                  furioso que el mismo Herodes. Evita, evita este vicio.

                       CÓMICO 1.º.- Así os lo prometo.

                       HAMLET.- Ni seas tampoco demasiado frío; tu misma prudencia debe guiarte. La
                  acción debe corresponder a la palabra, y ésta a la acción, cuidando siempre de no atropellar
                  la simplicidad de la naturaleza. No hay defecto que más se oponga al fin de la
                  representación que desde el principio hasta ahora, ha sido y es: ofrecer a la naturaleza un
                  espejo en que vea la virtud su propia forma, el vicio su propia imagen, cada nación y cada
                  siglo sus principales caracteres. Si esta pintura se exagera o se debilita, excitará la risa de
                  los ignorantes; pero no puede menos de disgustar a los hombres de buena razón, cuya
                  censura debe ser para vosotros de más peso que la de toda la multitud que llena el teatro.
                  Yo he visto representar a algunos cómicos, que otros aplaudían con entusiasmo, por no
                  decir con escándalo; los cuales no tenían acento ni figura de cristianos, ni de gentiles, ni de
                  hombres; que al verlos hincharse y bramar, no los juzgué de la especie humana, sino unos
                  simulacros rudos de hombres, hechos por algún mal aprendiz. Tan inicuamente imitaban la
                  naturaleza.

                       CÓMICO l.º.- Yo creo que en nuestra compañía se ha corregido bastante ese defecto.

                       HAMLET.- Corregidle del todo, y cuidad también que los que hacen de payos no
                  añadan nada a lo que está escrito en su papel; porque algunos de ellos, para hacer reír a los
                  oyentes más adustos, empiezan a dar risotadas, cuando el interés del drama debería ocupar
                  toda la atención. Esto es indigno, y manifiesta demasiado en los necios que lo practican, el
                  ridículo empeño de lucirlo. Id a preparaos.
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