Page 296 - Hamlet
P. 296
los que tenemos talento y prudencia, solemos conseguir por indirectas el fin directo, usando
de artificios y disimulación. Así lo harás con mi hijo, según la instrucción y advertencia que
acabo de darte. ¿Me has entendido?
REYNALDO.- Sí, señor, quedo enterado.
POLONIO.- Pues, adiós; buen viaje.
REYNALDO.- Señor...
POLONIO.- Examina por ti mismo sus inclinaciones.
REYNALDO.- Así lo haré.
POLONIO.- Dejándole que obre libremente.
REYNALDO.- Está bien, señor.
POLONIO.- Adiós.
Escena II
POLONIO, OFELIA
POLONIO.- Y bien, Ofelia, ¿qué hay de nuevo?
OFELIA.- ¡Ay! ¡Señor, que he tenido un susto muy grande!
POLONIO.- ¿Con qué motivo? Por Dios que me lo digas.
OFELIA.- Yo estaba haciendo labor en mi cuarto, cuando el Príncipe Hamlet, la ropa
desceñida, sin sombrero en la cabeza, sucias las medias, sin atar, caídas hasta los pies,
pálido como su camisa, las piernas trémulas, el semblante triste como si hubiera salido del
infierno para anunciar horror... Se presenta delante de mí.
POLONIO.- Loco, sin duda, por tus amores, ¿eh?