Page 291 - Hamlet
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abominable incesto. Pero, de cualquier modo que dirijas la acción, no manches con delito el
                  alma, previniendo ofensas a tu madre. Abandona este cuidado al Cielo: deja que aquellas
                  agudas puntas que tiene fijas en su pecho, la hieran y atormenten. Adiós. Ya la luciérnaga
                  amortiguando su aparente fuego nos anuncia la proximidad del día. Adiós. Adiós.
                  Acuérdate de mí.






                  Escena XIII




                  HAMLET, y después HORACIO y MARCELO




                       HAMLET.- ¡Oh! ¡Vosotros ejércitos celestiales! ¡Oh! ¡Tierra!... ¿Y quién más?
                  ¿Invocaré al infierno también? ¡Eh! No... Detente corazón mío, detente, y vos mis nervios
                  no así os debilitéis en un momento: sostenedme robustos... ¡Acordarme de ti! Sí, alma
                  infeliz, mientras haya memoria en este agitado mundo. ¡Acordarme de ti! Sí, yo me
                  acordaré, y yo borraré de mi fantasía todos los recuerdos frívolos, las sentencias de los
                  libros, las ideas e impresiones de lo pasado que la juventud y la observación estamparon en
                  ella. Tu precepto solo, sin mezcla de otra cosa menos digna, vivirá escrito en el volumen de
                  mi entendimiento. Sí, por los cielos te lo juro... ¡Oh, mujer, la más delincuente! ¡Oh!
                  ¡Malvado! ¡Halagüeño y execrable malvado! Conviene que yo apunte en este libro... Sí...
                  Que un hombre puede halagar y sonreírse y ser un malvado; a lo menos, estoy seguro de
                  que en Dinamarca hay un hombre así, y éste es mi tío... Sí, tú eres... ¡Ah! Pero la expresión
                  que debo conservar, es esta. Adiós, adiós, acuérdate de mí. Yo he jurado acordarme.

                       HORACIO.- Señor, señor.

                       MARCELO.- Hamlet.

                       HORACIO.- Los Cielos le asistan.

                       HAMLET.- ¡Oh! Háganlo así.

                       MARCELO.- ¡Hola! ¡Eh, señor!

                       HAMLET.- ¿Hola? amigos, ¡eh! Venid, venid acá.

                       MARCELO.- ¿Qué ha sucedido?
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