Page 288 - Hamlet
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HAMLET.- ¿Y por qué no? ¿Qué temores debo tener? Yo no estimo nada la vida, en
                  nada, y a mi alma, ¿qué puede él hacerle, siendo como él mismo cosa inmortal?... Otra vez
                  me llama... Voyle a seguir.

                       HORACIO.- Pero, señor, si os arrebata al mar o a la espantosa cima de ese monte,
                  levantado sobre los que baten las ondas, y allí tomase alguna otra forma horrible, capaz de
                  impediros el uso de la razón, y enajenarla con frenesí... ¡Ay! ved lo que hacéis. El lugar
                  sólo inspira ideas melancólicas a cualquiera que mire la enorme distancia desde aquella
                  cumbre al mar, y sienta en la profundidad su bramido ronco.

                       HAMLET.- Todavía me llama... Camina. Ya te sigo.

                       MARCELO.- No señor, no iréis.

                       HAMLET.- Dejadme.

                       HORACIO.- Creedme, no le sigáis.

                       HAMLET.- Mis hados me conducen y prestan a la menor fibra de mi cuerpo la nerviosa
                  robustez del león de Nemea. Aún me llama... Señores, apartad esas manos... Por Dios..., o
                  quedará muerto a las mías el que me detenga. Otra vez te digo que andes, que voy a
                  seguirte.








                  Escena XI




                  HORACIO, MARCELO




                       HORACIO.- Su exaltada imaginación le arrebata.

                       MARCELO.- Sigámosle, que en esto no debemos obedecerle.

                       HORACIO.- Sí, vamos detrás de él... ¿Cuál será el fin de este suceso?

                       MARCELO.- Algún grave mal se oculta en Dinamarca.
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