Page 284 - Hamlet
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espinoso el camino del Cielo, mientras como impíos y abandonados disolutos pisan ellos la
                  senda florida de los placeres; sin cuidarse de practicar su propia doctrina.

                       LAERTES.- ¡Oh! No lo receles. Yo me detengo demasiado; pero allí viene mi padre,
                  pues la ocasión es favorable me despediré de él otra vez. Su bendición repetida será un
                  nuevo consuelo para mí.






                  Escena VIII




                  POLONIO, LAERTES, OFELIA




                       POLONIO.- ¿Aún estás aquí? ¡Qué mala vergüenza! A bordo, a bordo, el viento impele
                  ya por la popa tus velas, y a ti sólo aguardan. Recibe mi bendición y procura imprimir en la
                  memoria estos pocos preceptos. No publiques con facilidad lo que pienses, ni ejecutes cosa
                  no bien premeditada primero. Debes ser afable, pero no vulgar en el trato. Une a tu alma
                  con vínculos de acero aquellos amigos que adoptaste después de examinada su conducta;
                  pero no acaricies con mano pródiga a los que acaban de salir del cascarón y aún están sin
                  plumas. Huye siempre de mezclarte en disputas; pero una vez metido en ellas, obra de
                  manera que tu contrario huya de ti. Presta el oído a todos y a pocos la voz. Oye las censuras
                  de los demás; pero reserva tu propia opinión. Sea tu vestido tan costoso cuanto tus
                  facultades lo permitan; pero no afectado en su hechura, rico, no extravagante, porque el
                  traje dice por lo común quién es el sujeto, y los caballeros y principales señores franceses
                  tienen el gusto muy delicado en esta materia. Procura no dar ni pedir prestado a nadie,
                  porque el que presta suele perder a un tiempo el dinero y el amigo, y el que se acostumbra a
                  pedir prestado falta al espíritu de economía y buen orden, que nos es tan útil. Pero, sobre
                  todo, usa de ingenuidad contigo mismo, y no podrás ser falso con los demás, consecuencia
                  tan necesaria como que la noche suceda al día. Adiós y Él permita que mi bendición haga
                  fructificar en ti estos consejos.

                       LAERTES.- Humildemente os pido vuestra licencia.

                       POLONIO.- Sí, el tiempo te está convidando y tus criados esperan; vete.

                       LAERTES.- Adiós, Ofelia, y acuérdate bien de lo que te he dicho.

                       OFELIA.- En mi memoria queda guardado y tú mismo tendrás la llave.
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