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A pesar de su discapacidad, Joichi fue haciéndose muy famoso a medida
                  que crecía.
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                         ¿Por qué? Pues por su enorme talento para tocar el biwa  y para recitar y
                  cantar —a la manera de los juglares— algunos episodios históricos que habían
                  conmovido a sus hermanos de raza.
                         Joichi  era  apenas  un  muchacho  aún  cuando  ya  había  superado  —como
                  artista— a sus propios maestros.
                         De  entre  la  vasta  materia  que  la  historia  proveía  a  su  arte,  era
                  especialmente su interpretación de los sucesos ocurridos entre los clanes de los
                  Taira y los Minamoto lo que a él más le atraía, lo que más le solicitaba la gente y
                  lo que más emocionaba a todos los públicos.
                         Joichi —como la  mayoría de estos artistas ambulantes— era  muy, muy
                  pobre al principio de su carrera.
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                         Afortunadamente, encontró un excelente amigo en el bonzo  del templo
                  Amidayi.
                         Este  sacerdote  —al  que  le  encantaba  la  música  y  la  poesía—  le  tenía
                  profundo afecto y admiración al joven ciego. Tanto, que un día le propuso que se
                  quedara a vivir en el templo, al igual maravillado por su talento que conmovido
                  por su pobreza.
                         Muy  agradecido,  Joichi  aceptó  el  ofrecimiento  y  se  fue  a  vivir  a  una
                  habitación que quedaba dentro del edificio del templo.
                         A cambio de techo y comida, el ciego deleitaba al sacerdote —de vez en
                  cuando— con sus bellas interpretaciones musicales.


                                      5) DONDE SE CUENTA COMO JOICHI
                               COMIENZA A VIVIR UNA EXTRAÑA AVENTURA.

                         Una calurosa noche de verano, Joichi abandonó su habitación en procura
                  de  refrescarse  un  poco  al  aire  libre,  en  la  terraza  que  se  abría  frente  a  su
                  dormitorio.  Esta  terraza  daba  al  jardín  y  los  tres  (dormitorio,  terraza  y  jardín)
                  estaban ubicados en la parte posterior del templo.
                         El  muchacho  se  había  quedado  solo  por  unas  horas.  El  sacerdote  y  su
                  ayudante  —tal  como  un  monaguillo—  se  encontraban  en  una  casa  de  las
                  proximidades, oficiando un servicio religioso a un vecino que acababa de morir.
                         Para acompañar su soledad, Joichi tomó su biwa y comenzó a tocar.
                         Ya era pasada la medianoche cuando el ciego continuaba entretenido con
                  su instrumento y el sacerdote no regresaba.
                         Pero  hacía  tanto  calor  aún  que  Joichi  prefirió  permanecer  allí  afuera,
                  esperando el retorno de su amigo.
                         Al rato, oyó unos pasos que atravesaban el jardín, se acercaban a la terraza
                  y se detenían justo frente a él.
                         Obviamente,  los  oídos  de  Joichi  podían  percibir  —a  la  perfección—


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                    Biwa: instrumento musical de cuatro cuerdas, parecido al laúd. Se toca con una especie de plectro o púa
                  hecha —por lo general— de asta de animales.
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                    Bonzo: sacerdote budista

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