Page 76 - Romeo y Julieta
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\'v'ILL!A!l-1 SHAKESPEARE                                                      ROMEO Y JULIETA


                                   ESCENA IV                                     Es el mejor y más valiente de los espadachines. Desafía a
                                       Una calle                                 cualquiera, por cualquier cosa. Y guarda el ritmo, la distancia
                                                                                 y el compás; detiene una estocada, y, ¡uno, dos, a fondo al

                (Entran Benvolio y Mercucio).                                    pecho! Un matarife vestido de caballero,  un duelista,  un
                Mercucio: ¿Dónde diablos andará Romeo? ¿Estuvo anoche            espadachín profesional de primera y segunda clase. Domina
                                                                                 el famoso passato, el punto reverso y el par.
                en su casa?
                Benvolio: En casa de su  padre, al menos no. Me lo dijo          Benvolio: ¿Y qué?
                su criado.                                                       Mercucio: Que pertenece a ese círculo de petimetres farsantes,
                                                                                 de jactanciosos y provocadores. ¡Una buena espada, un hombre
                Mercucio:  ¡Válgame Dios! Esto significa que esa pálida          apuesto,  un mujeriego: las tiene todas! ¿No es lamentable,
                muchachuela, esa Rosalía de duras entrañas, sigue atormen­       querido amigo, que debamos tolerar a estos moscardones,
                tándole. Terminará por volverle loco.                            a estos petimetres con sus pardonnez moi, tan ufanos de las
               Benvolio: Teobaldo, el primo del viejo Capuleto, ha escrito       nuevas modas como despreciadores de la antiguas?
               a Romeo a casa de su padre.                                       (Entra Romeo).
               Mercucio: Sin duda es un desafío.                                 Benvolio: ¡Aquí tienes a Romeo! ¡Al propio Romeo!
               Benvolio: Romeo contestará.                                       Mercucio: ¡Placo como un perro! ¡Oh, carne, cómo vas dejando

               Mercucio: Basta saber escribir para contestar una carta.          desnudos a los huesos! Ahora se habrá enfrascado en los versos
               Benvolio: Quiero decir que Romeo tratará como se merece           de Petrarca. Y Laura, comparada con su amada, ahora será para
               al que la escribió.                                               él apenas una criada, aunque la haya inmortalizado un mejor
               Mercucio: ¡Pobre Romeo! ¡Le han muerto! Le han muerto             poeta; Dido, una fregona; Cleopatra, una gitana; Hero y Elena,
               los negros ojos de esa pálida dama, la canción de amor que        dos rameras; y Ciste, sin más atractivos que sus mediocres ojos
               le traspasó los oídos, la flecha certera de Cupido que le dio     grises. ¡Hala, bonjour, Romeo! Un saludo a la francesa para tus
               en el alma. ¿Podrá, en tal estado, resistir a Teobaldo?           calzas francesas. Anoche nos hiciste una mala jugada.
               Benvolio: Bien. ¿ Y qué habilidades tiene Teobaldo?               Romeo: Buenos días tengáis ambos. ¿De qué mala jugada
               Mercucio: Algunas más que el rey de los gatos, te lo aseguro.     me habláis?




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