Page 75 - Romeo y Julieta
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ROMEO Y JULll:TA
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Romeo: ¿Con Rosalía, padre? Ya olvidé ese nombre y mi oídos aún resuenan tus quejas! Si todavía guardan tus
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amor contrariado. mejillas el rasero de las lágrimas. Si alguna vez estuvi te
b les la 1:uente de tu dolor era solo Rosalia.
Fray Lorenzo: ¡Haces bien, hijo mío! ¿Pero d ó nde estuviste, en tus ca a , 11
·Cómo has cambiado tanto? ¿Y acusáis de inconstantes
entonces? � las mujeres? ¿Cómo les pedís firmeza si dáis el ejemplo
Romeo: Os lo diré sin rodeos. En la fiesta de nuestros ene contrario?
migos, los Capuleto, donde fui herido y a la vez herí. Sólo Romeo: Siempre me aconsejásteis que no debía amar a
vuestra ayuda y vuestra ciencia podrán salvar ahora a cada
contendiente. Ya no odio a mi adversario, padre, y por el Rosalía.
contrario, ruego por él. Fray Lorenzo: Amarla sí, pero idolatrada no.
Fray Lorenzo: Habla más claro, hijo, y no me ocultes la Romeo: y me ordenaste que sepultara ese amor.
verdad. Si enredas tus palabras, mis consejos serán enredados. Fray Lorenzo: Pero no para que de la misma tumba sacaras
Romeo: Os lo diré, pues, en dos palabras: estoy ena uno nuevo.
morado de la bella hija del poderoso Capuleto. Ella me Romeo: No os enojéis más, os lo ruego. La mujer a quien
corresponde con igual amor. Ya todo está arreglado y amo me ama tanto como yo a ella; esto ocurría con la otra.
sólo falta que vos bendigáis esta sanca unión. Mientras Fray Lorenzo: Quizá adivinaba la liviandad de tu amor.
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nos encaminamos hacia ello os explicaré dónde, cuándo Vamos, inconstante joven, sígueme. Yo te ayudare a conse
y cómo nos conocimos, y cómo nos confesamos nuestro guir lo que deseas, con la esperanza de que e boda logre
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amor y nos juramos fidelidad eterna. Pero lo que ahora cambiar en amistad el odio de vuestras familias.
importa es que consintáis en casarnos hoy mismo. Romeo: ¡Vamos, pues! ¡lo más rápido posible!
Fray Lorenzo: ¡Por la vida de mi padre San Francisco! Fray Lorenzo: Con calma y prudencia. Quienes corren
¿Qué es esto? ¡Tan pronto has olvidado a Rosalía, a la arriesgan caerse.
que tanto amabas? El amor de los jóvenes no nace de
su corazón sino que de sus ojos. ¡Cuánto lloraste, Dios (Salen).
mío, por Rosalía! ¡Cuántas lágrimas vertidas en vano
por un amor ya desaparecido como el eco! ¡Pero si aún
el sol no disipa los vapores de tu llanto, y en mis viejos
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