Page 72 - Romeo y Julieta
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WILL!AM SHAKESPEARF.
                                                                                                             ROMEO Y JUUETA

                 Pero temo que mis caricias te matarán.
                                                                                 y todos son distintos. ¡Cuán maravillas secretos encierran
                                                                                 las yerbas, las plantas y las piedras! En la madre tierra no
                 ¡Adiós, adiós! Es tan dulce el dolor de despedirse
                que estaría haciéndolo hasta el alba.                            hay ningún ser dañino  que no pueda hacer el bien,  ni
                Romeo:                                                           ninguno bueno que, mal usado, no vuelva a ser lo   �� e
                                                                                 es y haga daño.  La virtud misma se transforma en v1c10
                ¡Que el sueño se pose en tus ojos y la paz en tu alma!
                                                                                 cuando es mal aplicada,  y el vicio a veces en virtud si
                ¡Ojalá fuera yo ese sueño y esa paz, para reposar de ese modo!
                                                                                 tiende a un buen fin. En el cáliz de esta flor que nace
                Corro ahora a la celda de mi confesor                            duermen a la vez el remedio y el veneno: si se la huele,

                para pedirle consejo y gritarle mi dicha.                        deleita los sentidos; si se  la gusta, mata.  Así es el alma
                                                                                 humana: como en las yerbas, dos fuerzas enemigas luchan

                                   ESCENA III                                    en ella: el bien y el mal; y cuando éste vence, un gusano
                                 Celda de Fray Lorenzo                           roedor devora la planta.
                                                                                 (Entra Romeo).
                                                                                 Romeo:  Buenos días, padre.
                (Fray Lorenzo, entrando con una cesta).
                                                                                 Fray Lorenzo: Buenos te dé Dios. ¿Quién me saluda tan
               Fray Lorenzo: Ya la aurora sonríe a la oscura noche               temprano con  voz tan dulce?  Hijo mío,  sólo  una  con­
               dorando las nubes con sus haces de luz. Lentamente, la            ciencia intranquila te haría levantarte a esta hora. En los
               oscuridad huye por el camino que trazan los rayos del             ancianos, las preocupaciones les mantienen despiertos, y
               Astro Rey. pero antes de que éste extienda sus quemantes          el sueño no se posa en sus ojos. Pero en los jóvenes sanos
               brazos para alegrar el día y secar las lágrimas del rocío,        e  inocentes, apenas se lo llama, el sueño acude y cierra
               debo llenar esta cesta con yerbas medicinales y flores de         sus párpados.  Por eso tu temprana visita me inquieta,
                                                                                                                                    _
               rica savia.  La tierra es a la vez la cuna y la tumba de la       haciéndome temer algo malo. Y si ello no ha ocurndo,
               naturaleza; sus sepulcros son también vientres maternos           ¿no será que nuestro Romeo no se acostó anoche? ¿Estoy
               que conciben hijos de distintas especies, nutridos en sus         en lo cierto?
              pechos silvestres.  Algunos tienen magníficas virtudes,
              otros no tanto; pero ninguno carece totalmente de ellas,           Romeo: Lo está, padre. Pero descansé mejor que dormido.
                                                                                 Fray Lorenzo: ¡Dios te perdone! ¿Estuviste con Rosalía?


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