Page 58 - Historia de una gaviota y del gato que le enseño a volar - 6° - Septiembre
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                              Los gatos deciden romper el tabú



























                       Diecisiete veces intentó Afortunada levantar el vuelo, y diecisiete
                  veces terminó en el suelo luego de haber conseguido elevarse unos
                  pocos centímetros.
                       Sabelotodo, más flaco que de costumbre, se había arrancado los
                  pelos   del   bigote   después   de   los   doce   primeros   fracasos,   y   con
                  maullidos temblorosos intentaba disculparse:
                       —No   lo   entiendo.   He   revisado   la   teoría   del   vuelo
                  concienzudamente, he comparado las instrucciones de Leonardo con
                  todo lo que sale en la parte dedicada a la aerodinámica, tomo uno,
                  letra  «A»  de la enciclopedia, y sin embargo no lo conseguimos. ¡Es
                  terrible! ¡Terrible!
                       Los   gatos   aceptaban  sus explicaciones,   y   toda   su  atención  se
                  centraba en Afortunada, que tras cada intento fallido se tornaba más
                  triste y melancólica.
                       Después   del   último   fracaso,   Colonello   decidió   suspender   los
                  experimentos, pues su experiencia le decía que la gaviota empezaba
                  a perder la confianza en sí misma, y eso era muy peligroso si de
                  verdad quería volar.
                       —Tal vez no pueda hacerlo —opinó Secretario—. A lo mejor ha
                  vivido demasiado tiempo con nosotros y ha perdido la capacidad de
                  volar.
                       —Siguiendo las instrucciones técnicas y respetando las leyes de la
                  aerodinámica   es   posible   volar.   No   olviden   que   todo   está   en   la
                  enciclopedia —apuntó Sabelotodo.
                       —¡Por la cola de la raya! —exclamó Barlovento—. ¡Es una gaviota
                  y las gaviotas vuelan!
                       —Tiene que volar. Se lo prometí a la madre y a ella. Tiene que
                  volar —repitió Zorbas.
                       —Y   cumplir   esa   promesa   nos   incumbe   a   todos   —recordó
                  Colonello.





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