Page 40 - Historia de una gaviota y del gato que le enseño a volar - 6° - Septiembre
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encima de la rabadilla. Por fortuna le daban la espalda y no lo vieron
                  llegar. Zorbas tensó todos los músculos del cuerpo.
                       —Quién iba a decir que encontraríamos un desayuno tan bueno,
                  compadre. Es chiquito pero se ve sabroso —maulló uno.
                       —¡Mami! ¡Socorro! —graznaba el pollito.
                       —Lo que más me gusta de los pájaros son las alas. Este las tiene
                  pequeñas, pero los muslos se le ven carnuditos —apuntó el otro.
                       Zorbas saltó. En el aire sacó las diez uñas de sus patas delanteras
                  y, al caer en medio de los dos tunantes, les aplastó la cabeza contra
                  el suelo.








































































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