Page 45 - Historia de una gaviota y del gato que le enseño a volar - 6° - Septiembre
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las   ratas,   un   gran   roedor   de   piel   oscura,   con   el   cuerpo   lleno   de
                  cicatrices, que se entretenía repasando los anillos del rabo con una
                  garra.
                       —Vaya, vaya. Miren quién nos visita. El gato gordo —chilló el jefe
                  de las ratas.
                       —¡Gordo! ¡Gordo! —gritaron a coro docenas de ratas de las que
                  Zorbas sólo veía los ojos rojos.
                       —Quiero que dejen en paz al pollito —maulló enérgico.
                       —Así que los gatos tienen un pollito. Lo sabía. Se cuentan muchas
                  cosas en las cloacas. Se dice que es un pollito sabroso. Muy sabroso.
                  ¡Je, je, je! —chilló el jefe de las ratas.
                       —¡Muy sabroso! ¡Je, je, je! —corearon las demás ratas.
                       —Ese pollito está bajo la protección de los gatos —maulló Zorbas.
                       —¿Se lo comerán cuando crezca? ¿Sin invitarnos? ¡Egoístas! —
                  acusó la rata.
                       —¡Egoístas! ¡Egoístas! —repitieron las otras ratas.
                       —Como bien sabes, he liquidado a más ratas que pelos tengo en
                  el   cuerpo.   Si  algo   le   pasa  al   pollito   tienen   las   horas   contadas   —
                  advirtió Zorbas con serenidad.
                       —Oye, bola de sebo, ¿has pensado en cómo salir de aquí? Contigo
                  podemos hacer un buen puré de gato —amenazó la rata.
                       —¡Puré de gato! ¡Puré de gato! —repitieron las otras ratas.
                       Entonces Zorbas saltó sobre el jefe de las ratas. Cayó sobre su
                  lomo, aprisionándole la cabeza con las garras.
















































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