Page 103 - El club de los que sobran
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El  tío  Rodolfo  reparte  órdenes.  Dos  señores  desenrollan  tremendas  mangueras  y
          avanzan como un ejército hacia la Bodega del Mal. Al parecer, a nadie se le ha ocurrido
          detenerse a pensar que no hay fuego por ningún lado.
             —Eso es lo de menos —me responde Chupete cuando le comento el pequeño detalle.
          Luego añade:
             —Un bombero no necesita de un incendio para rescatar a la gente que sufre.
             Ojalá tenga razón.
             Nuestra  gente  rompe  la  puerta  de  entrada  con  hachazos.  Suenan  las  alarmas.  De
          inmediato salen los guardias. Los bomberos de la tercera edad ni siquiera los toman en
          cuenta y corren hacia el interior de la bodega.
             Deséennos suerte. Acá vamos.

                                                          * * *

             —¡Entren por las ventanas y rodeen la bodega! Quiero un informe detallado de todas
          las piezas del lugar. Vean si tiene tapones o automático. Pato, bloquea la calle con los
          conos.  Eusebio,  un  inventario  de  cualquier  tipo  de  material  inflamable.  Leonel,  tú
          encárgate de ver los grifos, quiero que estén funcionando en caso de que dé la orden.
          ¡Vamos, muchachos, vamos que hay poco tiempo! —ordena el tío Rodolfo.

























































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