Page 141 - Quique Hache Detective
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un Toyota del que estaba orgulloso.  Con no­
          sotros  iba  mi  hermana  Sofía,  a  quien  no  le
          gustaban los paseos familiares y prefería que­
          darse con Petete,  su pololo actor. Ese día do­
          mingo almorzamos a la salida de San José, en
          un restaurante  de  comida típica chilena.  Mi
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          papá pidió una  cazuela de pava.  Siempre pe­
          día de esas comidas que nunca preparamos en

 Nos fuimos por avenida La Florida  la casa  y  que le  traen recuerdos de su  niñez
 hacia  el  Cajón  del  Maipo.  No  era  un  viaje  cuando vivía en Buin, donde al parecer todos
 largo,  tal  vez  cuarenta  minutos.  Avanzába­  los días cocinaban cazuela. A mí me gusta la
 mos  lentamente  por el camino estrecho con  cazuela,  pero no  podría soportarla todos  los
 muchas curvas. Paralelo al camino nos acom­  días, menos con el calor del verano.  Después
 pañaba el río Maipo, de un color café con leche.  de  almorzar regresamos a la plaza de San Jo­
 No hablamos  mucho  en  el  camino,  pero  sa­  sé, donde participamos sin quererlo en un ac­
 bíamos  que  íbamos  en  la  dirección  correcta  to  público,  que  mi  mamá  llamó  «un  acto
 para  encontrar  a  Cacho  Ramírez.  Mientras  hippie».  En  un  escenario  representaban  una
 avanzábamos,  la cordillera nos cercaba.  Pasa­  obra  de  teatro donde  un  señor  era un  río  y
 mos varios pueblos a la orilla del camino, pue­  otro señor representaba un gasoducto. La pe­
 blos  chicos de  apenas  una cuadra,  con  gente  lea era entre el señor gasoducto y el señor río,
 sentada en las puertas de sus casas, entretenida  entremedio estaban el señor árbol y la señora
 en mirar a los automóviles por el camino.   cordillera,  que querían  expulsar del  lugar  al
 San José  era el pueblo  más grande de  señor gasoducto. Luego aparecieron en la pla­

 los  alrededores.  Cuando  llegamos  rodeamos  za dos hombres  arriba de unos zancos. A  mi
 la plaza.   mamá,  al  menos,  le gustaron los  zanquistas.

 Yo ya había estado en San José de Mai­  Al final,  uno de los hippies,  con  barba,  pelo
 po:  un  domingo,  hacía  unos  meses,  en  que  largo y la misma edad que mi papá, comenzó
 mi papá  quiso  estrenar  su automóvil nuevo,  a  cantar  una canción  ecológica  de  protesta.


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