Page 140 - Quique Hache Detective
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un Toyota del que estaba orgulloso.  Con no­
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                                                                              gustaban los paseos familiares y prefería que­
                                                                              darse con Petete,  su pololo actor. Ese día do­
                                                                              mingo almorzamos a la salida de San José, en
                                                                              un restaurante  de  comida típica chilena.  Mi
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                                                                              papá pidió una  cazuela de pava.  Siempre pe­
                                                                              día de esas comidas que nunca preparamos en

                     Nos fuimos por avenida La Florida                        la casa  y  que le  traen recuerdos de su  niñez
             hacia  el  Cajón  del  Maipo.  No  era  un  viaje                cuando vivía en Buin, donde al parecer todos
             largo,  tal  vez  cuarenta  minutos.  Avanzába­                  los días cocinaban cazuela. A mí me gusta la
             mos  lentamente  por el camino estrecho con                      cazuela,  pero no  podría soportarla todos  los
             muchas curvas. Paralelo al camino nos acom­                      días, menos con el calor del verano.  Después
             pañaba el río Maipo, de un color café con leche.                 de  almorzar regresamos a la plaza de San Jo­
             No hablamos  mucho  en  el  camino,  pero  sa­                   sé, donde participamos sin quererlo en un ac­
             bíamos  que  íbamos  en  la  dirección  correcta                 to  público,  que  mi  mamá  llamó  «un  acto
             para  encontrar  a  Cacho  Ramírez.  Mientras                    hippie».  En  un  escenario  representaban  una
             avanzábamos,  la cordillera nos cercaba.  Pasa­                  obra  de  teatro donde  un  señor  era un  río  y
             mos varios pueblos a la orilla del camino, pue­                  otro señor representaba un gasoducto. La pe­
             blos  chicos de  apenas  una cuadra,  con  gente                 lea era entre el señor gasoducto y el señor río,
             sentada en las puertas de sus casas, entretenida                 entremedio estaban el señor árbol y la señora
             en mirar a los automóviles por el camino.                        cordillera,  que querían  expulsar del  lugar  al
                     San José  era el pueblo  más grande de                   señor gasoducto. Luego aparecieron en la pla­

             los  alrededores.  Cuando  llegamos  rodeamos                    za dos hombres  arriba de unos zancos. A  mi
             la plaza.                                                        mamá,  al  menos,  le gustaron los  zanquistas.

                    Yo ya había estado en San José de Mai­                   Al final,  uno de los hippies,  con  barba,  pelo
             po:  un  domingo,  hacía  unos  meses,  en  que                  largo y la misma edad que mi papá, comenzó
             mi papá  quiso  estrenar  su automóvil nuevo,                    a  cantar  una canción  ecológica  de  protesta.


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