Page 146 - Quique Hache Detective
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                     -Momentito. Pare.  i ene razón, nunca                     manejaba buses y jugaba al fútbol aquí en el
              existió aquí, sino en Santiago y hace cincuen­                   pueblo,  era  querido por todos,  pero  un día,
              ta años como le dije.                                            después que murió su mamá, se fue sin decir­
                     -Entonces no hay nada más que decir                       le nada a nadie y no volvimos a saber de él.
              -se resignó ella.                                                Así ocurre con la gente joven; sin trabajo, no
                     El abuelo entonces levantó las dos manos.                 les queda otra alternativa que trasladarse a la
                     -Pero  usted  no  preguntó  por  Carlos                   capital.
              Ramírez,  quien  se  creía  Cacho  Ramírez  en                          -¿ Y familiares?
              San José.                                                               -Los  Ramírez  se  desgranaron  hace
                              ,
                     - ¿  ·S  e cre1a ....                                    tiempo. Tenían  un  molino  al  otro  lado  del
                                  :i
                     -Déjeme  acordar.  Hace  algunos  años                   río,  pero  lo abandonaron y se  fueron.  Aquí
              jugó un niño en  la selección. Cuando le pre­                   vamos quedando los menos.
              guntaban él se sobraba, decía que era de vola­                          Charo miró la dirección que había se­
              das y atajadas como las de Cacho Ramírez del                    ñalado don Reinaldo más allá del río. Agrade­
              Colo Colo, lo admiraba, era un ídolo para él y                  ció  la  información  con  un  beso.  El  viejo
              le gustaba que lo llamaran de la misma forma.                   sorprendido dijo:
                     -Ese es -gritó otra vez Charo.                                  -Uno  se  viene  a  la plaza  a  tomar sol
                     -Tengo las orejas débiles, señorita -Cha-                para entibiarse y para monear estas gafas nue­
              ro quiso preguntar, pero don Reinaldo se ade­                   vas que tengo y hasta besos se reciben.
              lantó-:  Carlitas Ramírez, ése es el nombre del
              que  se  creía  Cacho.  Atajaba,  es  cierto,  pero
              nunca como el gran Cacho Ramírez, ése era de
              película.
                     -¿Y dónde  puedo  encontrar  a  Carlos
              Ramírez?
                     -No lo puede encontrar.
                     -No me diga que se murió.
                     -Parecido.  Hace  unos  años  ese  niño


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