Page 54 - Alicia en el país de las maravillas
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El lacayo-sapo repitió la frase con el mismo tono solem­                "Tal vez no pueda evitarlo...  -pensó la muchacha  -.
          ne, cambiando sólo el orden de las palabras.                            Tiene los ojos tan demasiado cerca de la punta de su cabeza.
              -De parte de la reina. Una invitación a la duquesa para             Pero, en todo caso, bien  podría contestar a mis preguntas."
          jugar croquet.                                                              -lCómo podré entrar? -repitió en voz alta.
              Luego ambos se inclinaron en una profunda reverencia                    -Me sentaré aquí hasta mañana -declaró el lacayo.
          y sus bucles se entremezclaron.                                             En este momento se abrió la puerta de la casa y salió un
              Alicia rió tanto con lo que había visto y oído, que tuvo            plato volando, que fue a dar derecho a la cabeza del sirvien­
          que volver corriendo al bosque por miedo que la oyeran, y               te. Le rozó la nariz y fue a estrellarse contra el tronco de un
          cuando atisbó de nuevo, el lacayo-pez se había ido y el otro            árbol que había detrás de él.
          estaba sentado sobre el pasto, cerca de la puerta, mirando                  -También  es  posible  que  me  quede  hasta  pasado
          estúpidamente el'ciclo.                                                 mañana  ... -continuó diciendo el sirviente, exactamente en
              Alicia se dirigió tímidamente hacia la puerta y golpeó.             el mismo tono y como si nada hubiera sucedido.
              -No tiene ningún objeto golpear -dijo el sirviente-,                    -lCómo puedo entrar? -volvió a preguntar Alicia su­
          por dos razones. Primero, porque yo me encuentro en el mis­             biendo la voz.
          mo lado de la puerta en que usted está; y segundo, porque                   -lPara qué tiene que entrar usted? -contestó el sir­
          están haciendo un ruido tan grande que nadie podría oírla.              viente-. Hay que empezar por averiguar eso.
              Tenía razón, porque se sentía un ruido extraordinario                   Lo que decí era perfectamente razonable, sólo que Ali­
                                                                                                 a
          adentro: era un coro continuo de chillidos y estornudos, y de           cia no soportaba que le hicieran preguntas.
          cuando en cuando se oía el estrépito de un golpe, como  si una              "iEs terrible la forma en que estas criaturas discuten! -
          fuente o un montón de platos se hubiese venido al suelo con­            se dijo Alicia  -. iSon capaces de volver loca a una persona!"
          virtiéndose en mil pedazos.                                                En ese momento el lacayo pensó que tal vez sería una
              -lQuiere indicarme, entonces, por favor, cómo puedo                 espléndida oportunidad para repetir su observación con al­
          entrar? -preguntó Alicia.                                               gunas variaciones.
              -Su llamado tiene que tener alguna razón -declaró el                   -Me sentaré aquí -dijo  - y me quedaré días de dí s  ...
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          sirviente, sin hacer ningún caso a lo que Alicia le decía-, y              -lPero qué voy a hacer yo? -preguntó Alicia.
          para eso sería necesario que hubiese una puerta que nos se­                -Lo que usted quiera -contestó el sirviente y empezó
          parara. Por ejemplo, si usted estuviese al lado de adentro,             a silbar.
          podría usted golpear para que yo la dejara salir, lme com­                 -iEs inútil hablar con él! -exclamó desesperadamente
          prende?                                                                 Alicia-. iMe parece que es un perfecto idiota!
              Mientras hablabá, no dejaba un instante de mirar al cie­               Abrió la puerta y entró.
          lo, cosa que Alicia consideró de muy mala educación.                       La  puerta conducía a una enorme cocina que estaba com-


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