Page 52 - Alicia en el país de las maravillas
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Mientras pronunciaba estas palabras, llegó a un sitio des­                                        6
          pejado, donde encontró una pequeña casa que mediría muy                                     Cerdo y pimienta
          poco más de un metro de altura.
              "Sea quien sea  la persona  que  viva aquí "pensó Ali­
          cia -, no puedo acercarme con mi estatura normal. iAsus­
          taría a sus habitantes hasta enloquecerlos!"
              En vista de eso, decidió comer de nuevo unos pedacitos
          del hongo de la mano derecha y no se atrevió a aproximarse
          a la casa hasta que no se vio con una estatura de más o me­
          nos unos veinte centímetros.






                                                                                     Durante uno o dos minutos, Alicia se detuvo a mirar la casa,
                                                                                     preguntándose qué debería hacer en seguida, cuando repen­
                                                                                     tinamente, un sirviente de librea salió corriendo del bosque.
                                                                                     (Ella supuso que era un sirviente _o un lacayo, justamente por
                                                                                     el uniforme que vestía. Si le hubiera juzgado únicamente por
                                                                                     la cara, habría creído que era un pez.) El personaje golpeó
                                                                                     fuertemente la puerta con el puño. Salió a abrirle otro laca­
                                                                                     yo con librea, que tenía una cara ancha y unos ojos redondos
                                                                                     como los de los sapos. Alicia advirtió que los dos lacayos lle­
                                                                                     vaban el cabello largo y empolvado y que se les enrollaba en
                                                                                     forma de bucles.
                                                                                        El primer lacayo-pez sacó de debajo del brazo un sobre
                                                                                     enorme, casi tan grande como él mismo, y, alargándoselo al
                                                                                     otro sirviente, dijo con un tono bastante solemne:
                                                                                        -Para la duquesa. Es una invitación a jugar croquet que
                                                                                     la hace la reina.


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