Page 7 - El Príncipe
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hacérselo perder la segunda se necesitó que todo el mundo se concertase en
                su  contra, y que sus  ejércitos fuesen aniquilados y arrojados de Italia, lo
                cual se explica por las razones antedichas.

                   Desde luego, Francia perdió a Milán tanto la primera como la segunda
                vez. Las razones generales de la primera ya han sido discurridas; quedan
                ahora las de la segunda, y queda el ver los medios de que disponía o de que
                hubiese podido disponer alguien que se encontrara en el lugar de Luis XII
                para conservar la conquista mejor que él.
                   Estos Estados, que al adquirirse se agregan a uno más antiguo, o son de
                la misma provincia y de la misma lengua, o no lo son. Cuando lo son, es

                muy fácil conservarlos, sobre todo cuando no están acostumbrados a vivir
                libres; y para afianzarse en el poder, basta con haber borrado la línea del
                príncipe que los gobernaba, porque, por lo demás, y siempre que se respeten
                sus  costumbres  y  las  ventajas  de  que  gozaban,  los  hombres  permanecen
                sosegados,  como  se  ha  visto  en  el  caso  de  Borgoña,  Bretaña,  Gascuña  y
                Normandía,  que  están  unidas  a  Francia  desde  hace  tanto  tiempo;  y  aun

                cuando  hay  alguna  diferencia  de  idioma,  sus  costumbres  son  parecidas  y
                pueden  convivir  en  buena  armonía.  Y  quien  los  adquiera,  si  desea
                conservarlos,  debe  tener  dos  cuidados:  primero  que  la  descendencia  del
                anterior príncipe desaparezca; después, que ni sus leyes ni sus tributos sean
                alterados. Y se verá que en brevísimo tiempo el principado adquirido pasa a
                constituir un solo y mismo cuerpo con el principado conquistador.
                   Pero  cuando  se  adquieren  Estados  en  una  provincia  con  idioma,

                costumbres y organización diferentes, surgen entonces las dificultades y se
                hace precisa mucha suerte y mucha habilidad para conservarlos; y uno de
                los mejores y más eficaces remedios sería que la persona que los adquiriera
                fuese a vivir en ellos. Esto haría más segura y más duradera la posesión.
                Como  ha  hecho  el  Turco  con  Grecia;  ya  que,  a  despecho  de  todas  las
                disposiciones tomadas para conservar aquel Estado, no habría conseguido

                retenerlo si no hubiese ido a establecerse allí. Porque, de esta manera, ven
                nacer los desórdenes y se los puede reprimir con prontitud; pero, residiendo
                en otra parte, se  entera uno cuando ya son  grandes y no tienen remedio.
                Además, los representantes del príncipe no pueden saquear la provincia, y
                los súbditos están más satisfechos porque pueden recurrir a él fácilmente y
                tienen  más  oportunidades  para  amarlo,  si  quieren  ser  buenos,  y  para
                temerlo, si quieren proceder de otra manera. Los extranjeros que desearan
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