Page 116 - La Odisea alt.
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pretendiendo  a  tu  mujer  y  haciéndole  regalos  de  boda.  Con  todo,  al  llegar

               castigarás las violencias de éstos. Y, más tarde, cuando ya en tu mansión hayas
               dado  muerte  a  los  pretendientes,  mediante  una  trampa  o  a  las  claras  con  el
               bronce afilado, ponte de nuevo en camino tomando un manejable remo, hasta
               que  llegues  a  un  pueblo  que  no  conoce  el  mar  ni  come  alimentos
               condimentados  con  sal,  a  unos  hombres  que  no  saben  de  los  barcos  de

               purpúreas mejillas ni de los remos de fácil manejo que sirven de alas a las
               naves. Te daré una seña muy fácil de reconocer y que no olvidarás: cuando, al
               salirte al encuentro, otro caminante te diga que llevas un bieldo sobre tu ilustre
               hombro,  hinca  entonces  en  el  suelo  tu  remo  de  fácil  manejo,  y,  después  de
               hacer un sacrificio al soberano Poseidón, de un carnero, un toro y un jabalí que
               monta a las cerdas, vuélvete a tu casa y ofrece luego sagradas hecatombes a
               los dioses inmortales que habitan el amplio cielo, a todos, uno tras otro. A ti la

               muerte  te  llegará  desde  el  mar  y  será  muy  tranquila,  pues  te  alcanzará  ya
               sometido a la suave vejez. En torno tus gentes serán prósperas. Estas verdades
               te anuncio”.

                   »Así me habló, y yo, respondiéndole, le dije:

                   »“Tiresias, eso sin duda lo han urdido los mismos dioses. Pero, ahora, dime
               esto y expónmelo de modo preciso. Veo ahí el alma de mi madre, muerta. Ella

               permanece en silencio cerca de la sangre y no se ha atrevido a mirar cara a
               cara a su hijo ni a hablarle. Dime, soberano, cómo va a darse cuenta de quién
               soy yo”.

                   »Así le dije, y él, respondiéndome, me contestó:

                   »“Te  daré  una  fácil  respuesta  y  tú  guárdala  en  tu  mente.  Aquel  de  los
               muertos  difuntos  al  que  le  permitas  acercarse  a  la  sangre,  ése  te  dirá  algo
               veraz. Y aquel al que se lo niegues, ése se retirará sin más”.


                   »Después de hablar así se fue hacia el interior de la morada de Hades el
               alma del tebano Tiresias, tras haber expresado sus vaticinios. Y yo me quedé
               allí  quieto,  hasta  que  mi  madre  acudió  y  bebió  la  sangre  oscura  como  una
               nube.  Al  momento  me  reconoció  y,  entre  gemidos,  me  dirigió  sus  palabras
               aladas:

                   »“Hijo mío, ¿cómo viniste a esta neblina tenebrosa, estando vivo? Arduo

               es  para  los  vivientes  contemplarla.  Porque  hay  en  el  camino  grandes  ríos  y
               terribles  corrientes,  empezando  por  el  océano,  que  no  es  posible  cruzar  de
               ningún modo yendo a pie, a no ser que uno tenga una nave bien construida.
               ¿Acaso vienes ahora de Troya errando hasta aquí durante mucho tiempo con tu
               nave y tus compañeros? ¿Aún no has llegado a Ítaca ni viste en tu hogar a tu
               esposa?”.

                   »Así habló, y yo, respondiéndole, le dije:
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