Page 83 - Autobiografia de mi Madre v.2
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curYaS y marcados rasgos y marcados plumazos. No Pasaba todo el tiem p o que no estaba trabajando en
pude leerla; me faltó ánimo para descifrar palabra por aquella casa por fa que pa g aba seis peniques a la sema
palabra y unirlas formando frases. Sólo vi que su letra na. Le compré ropa de cama y un colchón relleno de
llenaba la página de arriba abajo. El sobre llevaba el fibra de cocotero a una mujer que vivía en el centro
matasellos de Dublanc, una pequeña población en la del poblado. No era nuevo; no sabría decir si ella era
demarcación de St Peter, a muchos, muchos kilóme la única gue había dormido antes en él, pero no me
tros de dlstancia de Roseau. Aun ast tuve la sensación asustaba cargar con los infortunios de todos los que lo
de conocct las pequeñas desdichas que había provoca hubieran hecho. Mi vida estaba más q ue vacfa. Nunca
do r dejado a su paso por allí. había reoido madre, acababa de renunciar a convertir
Los días seguían a las noches con una desesperante me en madre yo misma ) y entonces y a sabía que a q uel
regularidad, el día devornndo la noche gue devoraba el rechazo sería total y definjcivo. Nunca rne convertiría
dfa que devoraba la noche de forma tan obsesiva que en madre, pero eso no era lo mismo que no tener
quizá me habría fascinado si hubicrn podido sentirme nunca hijos. Tendría hijos 1 pero nunca sería una 1nadre
fascinada. Deseaba que el tiempo p:i.�ara de un solo gol para ellos. Los tendría en abundaoda; saldrían de mi
pe, én un parpadeo; quería abrir los oíos y encontrarme cabeza, de mis axilas > de entre mis piernas; rendrfa hi
de repente observando c6mo los acontecimientos de jos, colgarían de mí como los frutos de una parra, p ero
mi pasado más rcdente se perdían en el horjwnte, a]e yo los destruiría con la indiferencia de un dios. Tendría
jándose rápidamente. Aun cuando no sucedió así, no hijos por la mañana, los bañaría a mediodía en un a g ua
me volví loca, no me dejé vencer por la fatiga. Dejé la q ue saldría de mí misma y me los comeda por la no
casa de los LaBatte en ese momento en gue la noche no che, engulléndolos enteros, de un solo bocado. Vendrían
puede set más negra. No porgue buscara el amparo de a la vida para dejar de vivir. Durame su día de vida, les
la oscuridad. No quería que una imagen real de Use llevaría hasta el borde de un precipicio. No les empu
viendo cómo Ja abandonaba me persiguiera durante el jaría� no tendría que hacerlo; las dulces voces de
resto de mi vida; ya tenia suficiente con imaginada. Ca- 1 extraordinarios placeres les llamarían desde el fondo
miné hasta poco más allá del poblado de Loubiere y del abismo; ellos no descansarían hasta unirse a esos
alquilé una casa por la que pagaba seis peniques a J� sooidos. Cubriría sus cuerpos de enfermedades, ador
semana, Tenía cuatro vestido$, dos pares de zapatos, un nar/a su piel con llagas de delgadas costras, de las llagas
sombrero de paja muy bonito y las cinco guineas guc rezumaría a veces un espeso pus del que estarían se
me habfa enviado mi padre; menos hubiera sido nada. dientos, y nunca podrían apagar su sed. Les condenaría
Se estaba construy endo una carretera entre Loubiere y a vlvir en un espado vacío congelados en la misma
Giraudel. Encontré trabajo cribando la arena necesaria postura en la que hubieran nacido. Los arrojaría desde
para ello. Me pagaban ocho peniques por cada día de una grau altura; todos los huesos de sus cuerpos se
trabajo, y la jornada de trabajo era de diez horas; al cabo fracturarian, y esos huesos nunca se soldarían debida
de quince dfas recibí en un pequeño sobre marrón mi mente, sanando de la 1nisma forma que se habían roto�
paga de siete chelines y cuatro penic¡ues. sin curarse nunca en absoluto. Cuando ya no fueran
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