Page 80 - Autobiografia de mi Madre v.2
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sólo el tiempo había ido oscureciendo Me dijo: "QUE día, llevaba siempre d vestido negro con la harapienta
RIDA'', sólo eso, Hquerida'\ y me estrechó entre sus ·flor de color rojo sobre el pecho. Estaba de luto, Sus
brazos haciendo que me acercara a ella. No fui capaz de ojos negros brillaban desconsolados y anegados en lá
sentirla; a pesar de gue me abrazara tan estrechamente, grimas; las lágrimas estaban atrapadas en ellos, nunca se
no fui capaz de sentirla. Se apartó de mi al oír los pasos derramaban. Extendía Jos brazos hacia mí -yo nunca
de su esposo acercándose por el sendero. Adiviné que me acercaba demasiado a ella- para Juego elevarlos
llevaba puestos los chanclos. Por el sonido de sus pasos hacia el vasto cielo azul, como si se esruvier.a ahogan
sabia distinguir cuándo llevaba los pies mecidos en los do, Ja boca abierta sin que de ella saliera ningún sonido,
chanclos, Cuando me vio, no hizo ninguna alusión al a pesar de Jo cual podía oírla decir: "Sálvame, sálva
hecho de que yo hubiera estado ausente; yo sabía que, me"; pero aunque ella no lo sabía, yo sí sabía que no
aun cuando lo hubiera notado, no me diría nada al res era su propia salvación lo que quería; quería mi aniqui
pecto. No me importaba, sentía curiosidad. lación. No dejaba de conmoverme verla, era una triste
l'etmanecimos allí en pie, los tres, formando un peque visión para mí; pero yo no era ningún ángel� nada se
ño triángulo, una trinidad, no encarnada en el Paraíso, quebró en mi interior.
no encarnada en el Infierno, una trinidad silenciosa. Y Oía el estampido de los truenos, el rugido del agua
sin embargo en aquel momento uno esraba entre los cayendo desde las alturas para formar grandes reman
vencidos, otro estaba entre los resignados y el tercero sos y el gran remanso de agua vaciándose lenran1ente
había cambiado para siempre. Yo no estaba entre los en dirección al mar; oía las nubes vaciándose de toda
vencidos; no estaba entre los resi ados. No muy lejos la humedad acumulada como por descuido, como si
gn
de nosotros crecía un arbusto de ridno, sin necesidad de alguien hubiera volcado una copa en la oscuridad, y su
que ninguna mano humana lo cuidara, y yo me lo quedé contenido esrrellándose contra una tierra indiferente; y
mirando fija e insistentemente, pues no quería olvidar ofa el silencio y oía a ]a oscura noche eogúlléndolo ávi
me de recoger sus scmiUas cuando maduraran� extraer damente, siendo a su vez engullida por la luz de un
de ellas el aceite y beberlo para purificar mis entrañas. nuevo día.
En el fondo de mi corazón, no dejó de conmover Mi padre escribió a mis anfitriones interesándose
me observar la querencia obsesiva de Lise por el espacio por mi salud; no sabía lo que me habfa pasado, así
de tierra existente entre la casa que ella habitaba y el que les pedía que me perdonaran la mala educación
pc<¡ucflo cobertizo que ocupaba yo. Barría aquel pe que había demostrado cuando desaparecí sin darles
dazo de tierra durante la noche, a oscuras, bajo la lluvia; cuenta de mi paradero y me fui a vivir por mi cuenta
plantó pequeños arbustos que dieron flores blancas, a un sector de Roseau que era peligroso e lnsalubre,
luego los arrancó y puso en su iugat azucenas que fi por lo que había estado a punto de morir. Me envia
nalmente dieron flores del color que tiene por dentro ba sus mejores deseos a través de ellos. Me enviaba
una naranja. No sabía cuánto tiempo tardarían las flo también cinco guineas. Lise me dio las cinco guineas.
res de color anaranjado en aparecer, pero estaba 1\fe mostró 1a carra. Tenía una caHgraffa preciosa, dig
completamente segura de que me gustadan. Día tras na de ver. La página estaba cubierta de marcadas
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