Page 81 - Autobiografia de mi Madre v.2
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sólo el tiempo había ido oscureciendo Me dijo: "QUE­  día, llevaba siempre d vestido negro con la harapienta
 RIDA'', sólo eso, Hquerida'\  y me estrechó  entre sus   ·flor de  color rojo sobre el pecho.  Estaba de luto, Sus
 brazos haciendo que me acercara a ella. No fui capaz de   ojos negros  brillaban desconsolados y anegados en lá­
 sentirla; a pesar de gue me abrazara tan estrechamente,   grimas; las lágrimas estaban atrapadas en ellos, nunca se
 no fui capaz de sentirla. Se apartó de mi al oír los pasos   derramaban.  Extendía Jos  brazos  hacia mí -yo nunca
 de su esposo acercándose por el sendero. Adiviné que   me acercaba demasiado  a  ella- para  Juego  elevarlos
 llevaba puestos los chanclos. Por el sonido de sus pasos   hacia el vasto cielo azul, como si se esruvier.a ahogan­
 sabia distinguir cuándo llevaba los pies mecidos en los   do, Ja boca abierta sin que de ella saliera ningún sonido,
 chanclos, Cuando  me vio, no  hizo ninguna alusión al   a pesar de Jo cual podía oírla decir:  "Sálvame,  sálva­
 hecho de que yo hubiera estado ausente; yo sabía que,   me"; pero aunque ella no lo sabía, yo sí sabía que no
 aun cuando lo hubiera notado, no me diría nada al res­  era su propia salvación lo que quería; quería mi aniqui­
 pecto.  No  me  importaba,  sentía  curiosidad.   lación. No dejaba de conmoverme verla, era una triste
 l'etmanecimos allí en pie, los tres, formando un peque­  visión para mí; pero yo no era ningún ángel� nada se
 ño triángulo, una trinidad, no encarnada en el Paraíso,   quebró en mi interior.
 no encarnada en el Infierno, una trinidad silenciosa. Y   Oía el estampido de los truenos, el rugido del agua
 sin embargo en aquel momento uno esraba  entre los   cayendo desde las alturas para formar grandes reman­
 vencidos, otro estaba entre los resignados y el tercero   sos y el gran remanso de agua vaciándose lenran1ente
 había  cambiado para siempre. Yo no estaba entre los   en dirección al mar; oía las nubes vaciándose de toda
 vencidos; no estaba entre los resi ados. No muy lejos   la humedad acumulada como por  descuido, como  si
 gn
 de nosotros crecía un arbusto de ridno, sin necesidad de   alguien hubiera volcado una copa en la oscuridad, y su
 que ninguna mano humana lo cuidara, y yo me lo quedé   contenido esrrellándose contra una tierra indiferente; y
 mirando fija e insistentemente, pues no quería olvidar­  ofa el silencio y oía a ]a oscura noche eogúlléndolo ávi­
 me de recoger sus scmiUas cuando maduraran� extraer   damente,  siendo  a su  vez engullida por la luz  de  un
 de ellas el aceite y beberlo para purificar mis entrañas.   nuevo día.
 En el fondo de mi corazón, no dejó de conmover­  Mi padre escribió a mis anfitriones interesándose
 me observar la querencia obsesiva de Lise por el espacio   por mi salud; no  sabía  lo que me  habfa pasado, así
 de tierra existente entre la casa que ella habitaba y el   que les pedía que me perdonaran la mala educación
 pc<¡ucflo cobertizo que ocupaba yo.  Barría  aquel  pe­  que había demostrado cuando desaparecí  sin darles
 dazo de tierra durante la noche, a oscuras, bajo la lluvia;   cuenta de mi paradero y me fui a vivir por mi cuenta
 plantó  pequeños  arbustos  que dieron flores  blancas,   a un sector de Roseau que era peligroso e lnsalubre,
 luego los arrancó y puso en su iugat azucenas que fi­  por lo que había estado a punto de morir. Me envia­
 nalmente dieron  flores del color que tiene por dentro   ba  sus mejores deseos a través de ellos. Me enviaba
 una naranja. No sabía cuánto tiempo tardarían las flo­  también cinco guineas. Lise me dio las cinco guineas.
 res  de  color  anaranjado  en  aparecer,  pero estaba   1\fe mostró 1a carra. Tenía una caHgraffa preciosa, dig­
 completamente segura de que me gustadan. Día tras   na  de  ver.  La  página estaba cubierta  de  marcadas


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