Page 174 - Autobiografia de mi Madre v.2
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dría, pero algo más incaHfic.ab1e que !a vanidad, algo que había llevado. Yo no reconocía la vida gue babia
que estaba más allá del miedo� quizá f u era ignorancia, Uevado cuando él hablaba de ella; tampoco me sentÍa
le hizo creer que el mundo tal y como eUa lo conocía conmovida. i\ ét naturalmente; su vjda le parecía eS
era perfecto, Peto murió y se ttam;formó en polvo, o pléndida; de no haber sido así, se habría perdonado a
derra, o en el viento, o el ma.t, o lo que quiera -que sea sí mismo con una demostración de arrepentimiento,
en que nos tranfotmamos todos al morir. con un gran desplie g ue de buenas pálabras. Todas las
T a mbién mi padre murió, no mucho después de personas a las gue habfa despojado de sus bienes ma
que me casara con su amigo. ¿Qué les conv:irtjó en ami teriales estaban muertas o casi; rodas las personas que
g os? Mi padre admiraba el jardín de Philip, en el que le habían despojado a él de sus bienes materiales, que
éste cultivaba frutos de las distintas regiones tropicales habían frustrado cualquier intento que él hubiera podi
del mundo, con la particularidad de gue hacía que fue do hacet por ser un ser humano > esraban muertas o
ran de un tamafio anormal; a veces hada que f u eran finalmente lo estarían, Con todo } mientras agonizaba�
más gr:mdes de lo normal, a v e ces los convertía en meras tenía prt.:!scnte la enorme cantidad de tierra que habfa
miniaturas. Philip pertenecía a ese tipo de personas in adquirido, cada parcela de rica tierra volcánica sem
quietas incapaces de vivir en soledad, incapaces de brada con a]g ún valioso cultivo: café, vaínilla, pomelos,
observar demasiado tiempo seguido cualquier cosa sin limas, lirnoncs, bananas. lira dueño de numerosas ca
sentirse intranquifas por su existencia misma; el silencio sas en Roscau, y a final <le cada mes, un hombre medio
es afgo ajeno a ellas. l\H padre, también él, tc1úa. una mente muerto -pues hada el final de su vida mí padre renía
inquieta, pero el destino, el acto de la conquista, le había sus propios sicarios y subordinados que trabajaban para
hecho permanecer inmóvil. T o do lo q ue podía hacer él- le llevaba la recaudación de los alquileres que paga
era mirar a ese hombre, Phfüp , y observarle cultivar un ban lnqufünos que en ocasjones no tenían mucho que
man g o del tamaño de la cabeza de una persona adulta, comer. Murió siendo un hombre deo, y no crefa que
aunque lueg o el fruto no tcnfa :sabor, era sób bonlto, eso fuera a impedirle atravesar el umbral de aquel lu
dig no de ver; luego dedicó mucho tiempo a procurar gar que él llamaba paraíso.
que ese manjar resultara sabroso y estimulante para ]ai.. Cuando murió le eché de menos, y antes de que
papilas gustativas. Nunca supe si Philip lo consiguió; ja muriera ya sabía que iba a ser así. Deseaba no echarle de
más cnmí nada de lo q ue él cultivaba. menos, pero a pesar de todo así era. No bahía conoci
Mi padre necesitó mucho tiempo para morir, Pade do a mi madre y sin embargo el amot que sentía por
ció terribles dolores, y su sufrimiento casi me hízo creer ella la siguió a la eternidad. Mí madre había muerto cuan
en la justicia> pero sólo casi, pues hay muchas iniquida do y o nad/ inca p az de protegerse a sí misma en un
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des q ue rntda puede remediar jamás, el pasado del mundo más cruel de lo ue se p ueda imaginar, ín1 p osi
mundo tal y como yo lo conozco es irreversible. No le b11itllda de prote g erme a mí. Mi p adre podía prote g erme;
importaba morir, decía. Hablaba muy conmovedora pero no Jo hizo. Pienso q ue en lugar de eso me puso {..'11
mente dd mundo de la agonía y del mundo de la las fauces de la muerte a muy temprana edad. Cuando
muerte, )' hablaba muy conmovedoramente de la vida me pregunto cómo conseguí escapar no consigo
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