Page 166 - Autobiografia de mi Madre v.2
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me aparecía en sueños lo vefa nunca, sólo veía la parte   para conquistar a un pueblo imaginario; pero tal expe­
              postedor de los pies� ?os talones )  bajando por una es­  riencia pertenece exdusivamente a las mentes libres de
              calera, sus pjes desnudo� bajando, y siempre despertaba   la zafiedad de la vida, como debería ser la mentalidad
              sin llegar a verla subiendo la escalera de nuevo.         de cualquier niño. Ella l l evaba un vestido de nanquín,
                 Cuando nadó mí  madre  (eso me dijeron), su ma­        un vestido suelto y sin formas, un sudar!o; le cubría los
              dre la envolvió con unos cuantos trozos de tela limpia    brazos,  las  rodinas )  Je caía hasta los  tobillos,  Llevaba
              y la dejó a la puerta de un lugar donde vivlan monjas     también un pedazo de tda a }uego que cubría su her­
              francesas; ellas la cdaron, la bautizaron como cristi¡:¡na   moso  cabello por completo.
              y la obligaron a ser una persona siJendosa, tímida, su­      ¿Cuándo la vio mi padre por primera vez? Es po­
              frida, incondícíonat n1odesta y deseosa de morir  joven.   sible que la v1era por primera vez una de esas mañanas
             Se convirtió en ese tipo de persona. El vfnculo, tanto     de Dominica claras y a la vez brumosas (eso existe),
              físico como espfritu a l, que supuestamente une a cual­   yendo hada él por el estrecho camino (la carretera) <JUe
             quier madre con su hijo, la confusión que se establece a   discurre serpenteante alrededor dd perímetro de la isfa
             la hora de delimitar quién es quién; carne de la misma     (una gran masa de tierra elevándose sobre el aún más
             carne, la inseparabilidad que supuestamente existe en­     g r ande mar), con un bulto en la cabeza, y sin duda a él
             tre madre e hijo  ... todo eso estuvo  ausente  entre  mi   le había parecido hermosa no por los rasgos del ros­
             madre y su propia madre. ¿Cómo explicar el hecho de        tro ni por la gracilidad de su figura (no lo sé, no puedo
             haber sido abandonada así, qué hijo es capaz de com­       más que imaginármelo), nl tampoco porque notara que
             prenderlo? Ese  vínculo� tanto  físico  como  esplritual,   era inteligente por la  expresión  de  su  rostro; no,  su
             esa confuslón acerca de quién es quién, carne de la mis­   belleza debió de residir para mi padre en su tristeza, su
             ma carne. todo eso que estuvo ausente entre mi madre       debilidad, su aura de estar perdida desde hacía mucho
             y su madre� estuvo también ausente entte mi madre y        t1empo, las huellas de arrugas ancestrales, su abatimien­
             yo, puesto que  cl]a murió  en  el momento  en que yo      to, la falsa humildad que era en realidad la manifestación
             nací, y por mucho que quiera  ser sensata y decirme a      de la derrota. Por aquel entonces él ya no era simple­
             mí  misma  que  aquello había  sido  inevitable -quién     mente un vulgar, vil y tosco sicario; para entonces ya
             puede evitar la muerte-, hay que preguntan:e una vez       llevaba un uniforme, y puede que incluso llevara aigún
             más cómo  puede  ningún  hijo  comprender  una  cosa       galón o algún tipo de distinrívo que demostraba que
             así, un abandono tan profundo. Yo me había negado a        había sido convenientemente cruel y despiadado con
             traer hijos al mundo.                                      personas que no lo merecían. Para entonces había esta�
                ¿Y cómo debe de  haber sido realmente su niñez,         do yendo de ísia en isla y había engendrado hijos de
             viviendo con  personas  como  aquéllas?  ... porque no     muferes cuyos  nombres  no recordaba,  los nombres
             puede haber disfrutado de ninguna  alegría, no puede       de los niños ni siquiera los sabía en absoluto. Al verla
             haber gozado  de ningún  momento  completamente            debe de haber senrido la necesidad de afincarse en al­
             ocioso, en el que habría sido una reina hnaginar.ia de un   gún  lugár.  ;Mi  pobre  madre!  Con  todo,  sí di¡era  que
             país imaginario con un ejército imaginario preparado       me entristece no haberla conocido no estada dlciendo



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