Page 145 - Autobiografia de mi Madre v.2
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Creo que dije lo siguiente: " A mo a Roland; cuando mangas abotonadas en fas muñecas, un escote alto que
está conmigo deseo que me haga d amor; cuando no me cubría las clavículas-, pero debajo dd vestido no
está corunJgu, pienso en é1 hacjéndotne el amor, No te llevaba absolutamente nada 1 ni una sola prenda de ropa
amo a tí. Amo a Roland". Eso es lo 9ue 9uería decir y interior, sólo fas medias ) que también n1e habfa dado
eso es lo <.1ue creo que dije. Me cruzó la cara de una Roland, procedentes de otro embarque, en este caso
bofetada; tenía la mano grande y dura como un remo de lencería, cada una de ellas sostenida por dos tiras de
de madera; ella, también ella, estaba habituada al tra goma elástica que había cosido para hacer una liga. t-.íí
bajo duro. Su mano abarcó todo un ladu de mi carn.: declaración de lo que consideraba rebajarme debió de
la mandíbula, la piel por debajo del ojo y por debajo enfurecer a la esposa de RoJand, pues agarró mi vesti
del mentón, una pequeña parte de la nariz \' el lóbulo do azul por el cuello y dio un tremendo tirón,
de la oreja. Y o era entonces una mujer joven de poco rasgándolo por la mirad desde el cuello a la cintura.
más de veinte años de edad, tenía la piel elástica, suave, Mis senos pendían blandamente del pecho, como dos
los pmos no eran apreciables a simple vista. No sentía pequeños pedazos de masa que no hubiera subido,
ningún od1o ni rencor cuando al mirar su rostro, un impasibles ante la cólera de aquella mujer; no sucedía
rostn) que me interesaba de1nasfado poco como para lo mismo cuando sentían el contacto de la boca de su
tomarme el trabajo de describirlo, pensé: ¿ Q ué es lo esposo, pues él me <JUitaba cl vestido, empezando por
que hace del rnatrimonío al go tan deseable como para desabrochar p acienteme:nre todos 1os botones para
que todas las mujeres tengan miedo de no llegar a ca luego tirar hacia abajo dd corpiño, y entonces wmaba
sarse? ¿Y por qué esta mujer, que hasta ahora no me uno de los pechos en la boca, y éste crecía hasta hacerse
había visto nunca, a la que nunca he hecho ninguna mucho más grande de lo , ¡ ue su boca p odía abarcar, y
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promesa, a la que nada debo, me odia tanto? Ella es él lo dejaba y se g iraba hacia el otro; la saliva evapo
peraba que le devolviera la bofetada, pero en Jugar de rándose de la piel de aquel pecho me producía una
hacer eso le dije, también sin odio ni rencor: "'Consi sensación complecamente distinta de la que experimen
dero que pelear por un hombre seda rebajarme". taba en el pecho que tenía en su boca, lo que me p arría
Y o llevaba un vestido azul celeste de lino irlandés, en dos, pues no era capaz de decidir cuál de las dos
No me podía permitir comprar un tejido como aquél, sensaciones prefería que p redominara. Pasaba una hora
pues procedía de un país auténtico, no de un falso país besándome de esa manera y lue g o� cuando le renía en
como era el mío; supongo 9ue había llegado un barco cima� se a gotaba en cinco minutos. Le quería tanto ...
En la penumbra no podía verle con claridad, sólo dis
de Irlanda con una remesa de esa tela en azul, en rosa )
en verde lima y en beige, y Roland me había dado tinguía un perfil� una densa sombra; cuando le veía a la
unos cuantos metros de cada color escamoteados de luz del día estaba completamente vestido. Tras desga
las bobinas. 1 \ qucl día llevaba puesto mi vestido azul rrar mi vesrido, un vestido hecho de un tejido 9ue
de lino irlandés ) que era sobradamente recatado -una conocía muy bien, pues también ella tenía uno hecho
falda plisada que me llegaba hasta bastante por debajo de la misma rela, su esposa me lo contó rodo de él: no
de las rodíHas, u n cinturón que me ccñfa la cintura, las era una historia larga, no era una historia triste > en ella
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