Page 146 - Autobiografia de mi Madre v.2
P. 146
no había muerto nadie, ninguna tierra habfa sido de de zapatos, de colores llamativos, brillantes y chfüones;
vM,tada hasta quedar baldía, ninguna herencia habfa sido eran incómodos, los llevaba a diario, jamás iba a la 1 g les1a.
usurpada; ella tenía una lista llena de nombres, pero no Estiré mb fuerces brazos para acariciar a Roland, que
eran nombres de países. estaba tendido a mi espalda > desnudo; yo también es
¿De qué color habfa sido el día de su matrimonio? taba desnuda. Sabía cuál era el nombre de su esposa,
I ,a p1imcra vez 9ue le vio, ¿se había sentido abrumada pero no lo dije; él, también él, sabía cuál era el nombre
por d deseo? El impulso de la posesión está vlvo en de su esposa, pero no lo dijo. No me sabía la larga lista
todos los corn?.ones� hay quien elige vastas llanuras, quien de nombres que no eran países que su esposa había
elige altas montañas, quien elige extensos mares y quien aprendido de memoria. Él mismo no se sabía la larga
elige un esposo; yo elijo poseerme a mí misma, Yo crn lista de nombres; él no había a p rendido esa lista de
parecida a un árbol, un alto árbol con largas y fuertes memorla. Eso no era producto de nin g ún engaño. ni
ramas; mi aspecto ern dcHcado, pero cualquier hombre tampoco del descuido. Era una persona tan habituada
al <.J uc hubiera estrechado entre mis brazos sabía que era a gozar de una gran fortuna que la aba por sentad ;
�
�
fuerte; tenía el pelo largo y abundante y por naturaleza no tenía cuenta bancaria, no tenfa ltbro 1nayor, tema
ensortijado, y lo llevaba recogido en trenzas y prendido una fortuna ... pero aun así no había perdido su interés
con alfileres, porque cuando me lo dejaba suelto sobre pút acumular más riqueza. Sintiendo contracciones e
�
lo$ hombros causaba excitación en ios demás ... a veces el útero, crucé la habitación todavía desnuda; de m1
>
en hombres, a veces en mujeres, a algunas personas les cutrpo cayeron p e q ueñas gotas de sangre } la prueba
gustaba y a otras no. El porte que adoptaba al andar más evidente de mi ne,b rfttiva 2: aceptar su silencioso
dependía de quién supusiera que iba a verme y de la ofrecimiento. Y Roland me observaba, la expresión
impresión q ue <¡uisiera dar. Mi rostro era bonito, a mí de su rostro llena de p er p lejidad. ¿Por q ué no le daba
me Jo p arecía. hijos? f:1 era conscieme de las ocasiones en que yo era
Y sin embargo me encontraba frente :a una mujer fértil, y sin embargo todos los meses fluía sangre de m1
que se sentía incapaz de conservar ei mayor borin de su cuerpo 7 y todos los meses yo mostr-aba abiertamente
vida en la saca protectora, una mujer cuya voz había una total seguridad respecto a la .inminencia de su a p a
dejado de salir de la garganta y ahora procedía de la rición v de su desaparición, y siempre me llenaba de
boca del estómago, una mujer cuyo odio iba dirigido a alegria,la exactitud de mis predicciones. Cuando le veía
la persona equlvocad:a. Bajé la vista hacia nuestros pies, en ese estado, con una expreslón en e.1 rostto que era
tos suyos y los míos, esperando ver pasar ante m.is ojos una mezcla de .confusión, estupefacdón y frustración,
como en un relámpago mi breve existencia; en lugar de sentía una gran pena por él, pues su vida se reducía a
eS<� vi que ella no llevaba zapatos. Sin embargo, tenía un una lista de nombres que no eran p aíses y al número
par de zapatos } yo se los habfa visto; eran blancos, ordi de veces que había hecho que se interrum p iera el flujo
narios, con la puntera redonda y cordones mate, 1nensua) de sangre; su vida se reducía a mujeres, algu
necesitaban una buena capa de betún, los llevaba sólo nas de ellas muy hermosas� que llevaban vestidos hechos
los domingos para ir a la iglesia. Yo tenía muchos p?.res
146 147