Page 144 - Autobiografia de mi Madre v.2
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Creo que dije lo siguiente: " A mo a Roland; cuando   mangas abotonadas en fas muñecas, un escote alto que
             está conmigo deseo que me haga d amor; cuando no         me cubría las clavículas-, pero debajo dd vestido no
             está corunJgu, pienso en é1 hacjéndotne el amor, No te   llevaba absolutamente nada 1  ni una sola prenda de ropa
             amo a tí. Amo a Roland". Eso es lo 9ue 9uería decir y    interior, sólo fas  medias )  que también n1e  habfa dado
             eso es lo <.1ue creo que dije. Me  cruzó la cara de una   Roland,  procedentes de otro  embarque, en  este caso
             bofetada; tenía la mano grande y dura como un remo       de lencería, cada una de ellas sostenida por dos tiras de
             de madera; ella, también ella, estaba habituada al tra­  goma elástica que había cosido para hacer una liga. t-.íí
             bajo duro.  Su mano abarcó todo un ladu de mi carn.:     declaración de lo que consideraba rebajarme debió de
             la mandíbula, la piel por debajo del ojo y por debajo    enfurecer a la esposa de RoJand, pues agarró mi vesti­
             del mentón, una pequeña parte de la nariz \' el lóbulo   do  azul  por  el  cuello  y  dio un tremendo  tirón,
             de la oreja. Y o   era entonces una mujer joven de poco   rasgándolo por la mirad desde el cuello a la cintura.
             más de veinte años de edad, tenía la piel elástica, suave,   Mis senos pendían blandamente del pecho, como dos
             los pmos no eran apreciables a simple vista. No sentía   pequeños pedazos  de masa que no hubiera  subido,
             ningún od1o  ni  rencor cuando al mirar su  rostro, un   impasibles ante la cólera de aquella mujer; no sucedía
             rostn) que me interesaba de1nasfado poco como para       lo mismo cuando sentían el contacto de la boca de su
             tomarme el  trabajo de  describirlo, pensé: ¿ Q ué es  lo   esposo,  pues él me  <JUitaba cl vestido, empezando por
             que hace del rnatrimonío al go  tan deseable como para   desabrochar  p acienteme:nre  todos 1os botones  para
             que todas las mujeres tengan miedo de no llegar a ca­    luego tirar hacia abajo dd corpiño, y entonces wmaba
             sarse? ¿Y  por qué esta mujer, que hasta ahora no me     uno de los pechos en la boca, y éste crecía hasta hacerse
             había visto nunca, a la que  nunca  he hecho  ninguna    mucho más grande de lo , ¡ ue su boca  p odía abarcar,  y
                                                                                                               _
             promesa, a la que nada debo, me odia tanto? Ella es­     él lo dejaba y se  g iraba hacia el otro; la saliva evapo­
             peraba que le devolviera la bofetada, pero en Jugar de   rándose de la  piel  de  aquel  pecho me  producía una
             hacer eso le dije, también sin odio ni rencor: "'Consi­  sensación complecamente distinta de la  que experimen­
             dero que pelear por un hombre seda rebajarme".           taba en el pecho que tenía en su boca, lo que me  p arría
                Y o   llevaba un vestido azul celeste de lino irlandés,   en dos,  pues no era  capaz  de  decidir cuál de las  dos
             No me podía permitir comprar un tejido como aquél,        sensaciones prefería que  p redominara. Pasaba una hora
             pues procedía de un país auténtico, no de un falso país   besándome de esa manera y lue g o� cuando le renía en­
             como era el mío; supongo 9ue había llegado un barco       cima�  se a gotaba en  cinco minutos. Le quería tanto  ...
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             de Irlanda con una remesa de esa tela en azul, en rosa )
             en verde lima y  en  beige, y  Roland  me  había dado    tinguía un  perfil� una densa sombra; cuando le  veía a la
             unos cuantos  metros de  cada color escamoteados de       luz del día estaba completamente vestido. Tras desga­
             las bobinas. 1 \ qucl día llevaba puesto mi vestido azul   rrar  mi  vesrido,  un vestido hecho de  un  tejido  9ue
             de lino irlandés )  que era sobradamente recatado -una    conocía muy bien, pues también ella tenía uno hecho
             falda plisada que me llegaba hasta bastante por debajo    de la misma rela, su esposa me lo contó rodo de él: no
             de las rodíHas, u n   cinturón que me ccñfa la cintura, las   era una historia larga, no era una historia triste >  en ella


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