Page 139 - Autobiografia de mi Madre v.2
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este 11 oeste, más ancha hacia el centro, con dimínutos cabello n 1 ojado, tenía ta piel helada ) estaba rodeada de
pero bíen marcados pliegues, de un color ligera.mente gente parada sobre pequeños charcos de agua y Jodo,
más claro q ue el marrón de el mar de leña en el q ue tiritando, pero empecé a sudar a causa de un esfuerzo
flotaba, d p unto en el que se unían los 1abios difumina <.Jue estaba haciendo sin ser consciente de eJlo; ernpecé
do en d rosa mas rosa que se pueda imaginar, y por a sudar porque tenía calor y empecé a sudar por q ue
mucho (Jue hubiera tenido su boca en 1a mfa mH veces, me sentía feliz. Llevaba el pelo recogido en dos tren
siempre era nueva para mt Debe de haberme sonreí zas cuyas puntas caían justo por debajo de la clavícula;
do, aunq ue en realidad no lo sé, pero no me gusta toda h humedad que me empa p aba el pelo se acumu
pensar q ue pudiera amar a al ien que antes no me laba g oteando por las t1'enzas, como si fueran dos
gu
hubiera sonreído. Ew,ba lloviendo desde hacía rato, canalones de desagüe, el a g ua rezumaba por mi vesti�
un fuerte aguacero, y yo me había cobijado bajo el do, justo bajo la clavícula, y deseendfa deslizándose por
soportal Je una mercería con otras personas. La Huvia el pecho para detenerse en el punto en el q ue las punras
constituía un inoportuno trastorno, pues no era nece de los senos se apretaban contra la tela, revelando, tan
fH ltia; había caído ya. dc1nasiada a g ua, y no seguía nítidos como si estuvieran redén estampados, los pe
estando exdusívamentc fuera, rebosando por endma rnnes. Me estaba mirando mientras hablaba con otra
de las cunetas, sino que ahora había agua también en el persona, )' su boca se abría y se cerraba haciéndose
interior ) cayendo a través de las g oteras de los techos. más g rande y más pe q ueña, y yo querfa que se fijara en
Y o estaba bajo el soportal y me había sumer g ido pro mí, p ero había demasiado ruido: todos los q ue se ha
fundamente en mi interior, disfrutando plenamente de bían refugiado de la intensa lluvia en aquel soportal
la desesperación que mi pro p ht existencia me hacía sen� tenian algo que querían decir� no acerca. del clima (eso
tir. Lleyaba un vestido; aquella mañana me había ya había sido suficientemente comentado) sino acerca
cepillado el p elo; a q ueHa mañana me había aseado. No de :sus vidas� p robablemente sobre sus dece p dones en
estaba mirando nada en particular cuando vi su boca. la mayorfa de !os casos, p ues la alegría es tan efimera
Estaba hablando con otrn persona ) pero me miraba a que no ha y tiempo suficiente para expfayarse con ella.
mf. La p ersona con la que estaba hablando era una El ruido, que empezó sjendo un murmull o, fue cre
mujer. En ague! momento su boca no parecía una isla ciefldo hasta convertirse en una auténtica al rabía, y
ga
en calma sobre el mar, sino una pequefia mancha de a q uella ruidosa algarabía tenía un desagradable sabor a
tierra vista desde g ran altura y p uesta en movimiento metal y vina g re, pero yo sabía que su boca podía ha
p or una fuerza gue todavía no podía verse. cerlo desápareccr si conse g uía alcanzarla; así q ue grité
Cuando vio que yo le miraba, abrió aún más la mi nombre, y supe que él me había oído de inmediato,
boca, y aguello tiene que haber sido la sonrisa. Vi en pero no dejó de hablar con la mujer con la q ue estaba
tonces < ¡ ue tenía muy separados los dos dientes de conversando, así q ue tuve que gritar mí nombre una v
delante, lo que probablemente significaba que no se otra vez hasta que él dejó de hablar, y para entonces
podía confiar en él, pero no me importó. Y o tenfa el era ya como si mi nombre le tuviera cncadenado 1 del
vestido empapado, tenía los zapatos mojados, tenía el mismo modo que la visión de su boca me había enea-
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