Page 131 - Autobiografia de mi Madre v.2
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le faltara el ai,-e, estaba desesperado, estaba Uorando, sobre mis ta]ones y le quité e] dnturón, y ayudándome
aunque de sus ojos no manó ningún Hquido; no era éi con la boca 1 Jo ajusté firmemente alrededor de mis
n1ismo, él nunca habría estado en esa habfradón, Em muñecas y lévanté las manos en el aire, y g J rando el ros
pecé a quitarme el camisón, tiré de él por encima de la tro hacia un lado apoyé el pecho contra una pared. Le
cabeza, me babía recogido el pelo en dos trenzas y las hice permanecer en pie detrás de mf, le hice tenderse
había arrollado en las sienes, me cubrían las orejas; el sobre mí, mi rostro bajo el suyo; le hice tenderse sobre
cuello del camisón tenía la abertura demasiado peque mí, mi espalda bajo su pecho; le hice tenderse de espal
ña, asf que acabé en pie delante de éJ 1 Ios brni':os por das a mí y me puse su mano en la boca y le mordí la
encima de la cabeza, la cabeza dentro del camisón mano en un momento de confusión, un momento en el
desnuda. No sé cuánto tiempo permanecí asf 1 no puede gue no sabría decir si sentía dolor o plil.ccr; hice que
haber sido más que un momento, pero me quedé eter besara todo 1ni cuerpo� empezando por los pies y aca
namente fascinada por cómo me habfa sentido bando por la coroníüa. La oscuridad que había fuera
entonces. Experjmenté una sensación entre las piernas presionaba aquella habitación por los cuatro costados;
c¡ue no er:a nueva para mí; no ern el primer hombre en. ,cl interior, la habitación se fue haciendo más y más
con el que estaba, pero nunca me había permitido a pequeña a medida que se fue llenando hasta casi estallar
mí misma adrnitir hasta qué punto era intensa esa sen de siseos, jadeos, gemidos, suspiros, lá ,rimas, explosio
1:,
saci6-n, yo misma no tenía palabras para describfrla, nes de dsa; pero había en ellos al go profundamenrc
jamás había leído ninguna palabra capaz de describirla, retorcido, una espiral, un abismo ) que transformaba la
nunca había oído a nadie pronunciar una palabra ca calidad ordinaria de aquellos sonidos en algo de distinta
paz de describirla; era una sensación duke, hueca) un esencia, algo que hacía que te taparas los oídos, que no
espacio vacío con un anhelo que dehía ser colmado, quisieras oírlos a menos que procedieran de tu interior,
colmadn hasta que el anhelo que debía colmarse se hasta que te dabas cuenta de que de hecho procedían de
agotara. :ÚJ se colocó detrás de mí y movió velozmen ru interior; todos aquellos sonidos salían de mí; él estaba
te la lengua arriba y abajo por mi nuca. Me ayudó a silencioso y siempre estaría silencioso en esas circunstan
bajarme el camisón de nuevo sobre el cuerpo, y en das; no salía una sola palabra de él� no salía ninb, rún sonido
tonces me deshizo una trenza mientras yo hacía lo de él, sólo de vez en cuando murmuraba 1ni nombre
mismo con la otra. Me ayudó a quitarme el camisón, como si éste contuviera algo, un significado, un recuer
c¡ue ahora salió fácilmente. Él llevaba un cinturón ma do de algo que quizá no podía olvidar. Cayó en un
rrón de cáñamo teñido deJ mismo tono marrón de los profundo sueño, no el sueño de qulen está complacido,
zapatos, y yo deseaba quitárselo, pero a la vez no po d sueño de qufon está satisfecho, sino el sueño de los
día soportar la idea de verle desnudo, su piel de aspecto bonachos; no le deseé que tuviera paz (como él no me
casi descarnado me habría hecho pensar en el mundo, había deseado a mi la paz); no podía desearle la paz,
el mundo que había en el exterior de aquella habitación habría sido peligroso para él, la tentación de verle morir
y que era aquella noche oscura, el mundo que estaba habría sido abrumadora para mí, no habría sido capaz
más allá de la oscura noche, así que cerré los ojos, giré de resistirme a ella.
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