Page 127 - Autobiografia de mi Madre v.2
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lugar dei mundo; cualquiera de ellas le habría causado derecha, y con el dedo índice separaba las páginas en
repugnancia. La gente dice que algo era inevirnble cuan dos partes. Pronunció mi nombre. tii habitación no
do se siente desamparada, cuando algo ,¡ue parecía era demasiado pequeña, tampoco era demasiado gran
bueno resulta ser mnlo, por enésima vez; nadie dice de; había sido construJda par-a alojar a su enfermera,
jamás eso en su icchn de muerte, d único momento en construida para acoger a alguien muy por encima de
que decír eso sería lo -adecuado, porque ya nada más es n1i posiciOn sodal, alguien muy por debajo de la suya,
inevitable, ni sk¡uiern la salida del sol por la mañana, alguien que no era yo > alguien que no era él, alguien que
una mañana que ya no vivirás para ver. me mantendría en rol lugar� al guien que le mantendrfa
a él en el suyo; pero nunca vino ninguna enfermera,
¿De qué color era la noche? Negra. Yo estaba en mí Podía sentir la oscuridad de la noche en el exterjor, una
habitación. ¿A qué hora de la noche Yino a mi? No oscuridad que no podía despejar la luz de ninguna
mucho después de que oyera las botas de los guardias estrella, una oscuridad desalentadora, en medio de la
nocturnos sobre el empedrado; volvían de cumpUr $-U cual ni se te ocurrfa moverte a menos que pensaras que
deber de guardar la casa del gobernador, aun cuando tenías ojos en los pies; oía a alguien cantar, una mujer ...
esa misié m, guardar aJ gobernador, no tenía ningún sen era una mujer inglesa; estilba cantando una melodía
tido, porque, ¿c¡uíén iba a hacerle dafio al gobernador? triste, una triste canción de cuna, aunque ella no estaba
Y o lo harfa ) no me costaría nada cortarle la cabeza, triste 1 cuando al -uien está triste no canta en absoluto.
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pero con dlo sólo conseguirfa que enviaran a otro go l'vli habitaclón estaba ilumiruada por una lamparilla azul
bernador, e incluso yo acabaría cansándome de eso, en cuya base de porcelana había dos flores de pétalos
de cortarle la cabeza al gobernador. ¿ !Jamó a la puer multicolores pintadas -Philip me había dicho que las
ta? ¿Dije yo: ' adel.antc'? ¿Mostró él cierta. vacilación al llamaban tulipanes papagayo-; la luz de aquella lampa
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abdr la puerta? ¿Abrió la puerta con rapidez y entró riHa no hada 9ue fa atmósfera de la habitación fuera
con una equivocada expresión de ser deseado pintada romántica� ni cruda > ni cálida, ninguna de esas cosas;
en el rostro? ¿Se limpió los pies en la esterilla de la sólo daba luz > y no demasiada, puesto que era una lám
puerta? ¿Cerró la puerta tras de él? ¿De qué color tenía para pequeña; había sido la lámpara de mi madre, y su
el rostro? ¿ Pálido y fantasmal, acobardado, vacío, tris luz debió de ser la última que ella viera, pues era la
te? ,.:() era rojo > sanguíneo, excitado, foHz? Quizá, quizá. lámpara que iluminaba la habitación en el momento
Lle�aba una camisa azul, del tono de azul que tiene el de su muerte > que coincidió con el momento en que
mar a mediodía, y eso me sorprendió } pue1' no imagi yo nací; y también a la luz de aquella lámpara debió de
naba que a él pudiera gustarle un color como ése; debía haber vlsto el rósrro de mi padre cuando estaba enci
de llevar zapatos, debfa de acabarse de bañar, despe ma de ella, justo antes de que saliera de ella, Pero esa
día cierto aroma., un perfume para hombre, una JamparHla no daba demasiada luz, y Philip llevaba un
fragancia que ningún hombre que hubiera conocido libro en 1as manos que quería mostn1.'rme, o eso pensa
antes se podía permitir. Llevaba un libro en la mano ba él; y lo pensaba de verdad, pensó que quería
-hizo aquello desde el principio-, lo llevaba en la mano mostrármelo desde- el momento en que ]o sacó de su
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