Page 129 - Autobiografia de mi Madre v.2
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sitio en la estantería justo antes de cenar; y una vez que sola en la habitación acariciándome, con una mano atra
su esposa se hubo ido a acostar y él se quedó frente a pada de buen grado en el pelo de entre mis piernas. Él
tres puertas distintas y estuvo entrando y saliendo de tenía el pelo fino y amarillo, como el de un animal
las habitaciones hasta que se decidió a salir de su casa e desconocido para mí; su piel era fina y rosada y trans
ir hasta mi habitación y entrar en ella, durante todo ese parente, como si se estuviera formando pero aún no
tiempo pensaba que quería mostrarme el libro, hasta el hubiera llegado a tener todas las características propias
mismo instante en que le hice saber que no quería ver de la piel auténtica; todavía no había amado nunca a
lo. Yo había estado sentada en el suelo acariciando nadie que tuviera esa piel, y desde luego no era la piel
cUstraídamente vadas partes de mi cuerpo. Llevaba un de mis sueños; por debajo de ella se transparentaban
camisón hecho de una pieza de nanquín que me había las venas, que parecían hilos cosidos por una modista
dado mi padre, y cuando entró Philip tenía una mano cha,pucera; tenía la nariz tan estrecha y afilada como el
bajo él y mis dedos estaban atrapados en la maraña de extremo <le un embudo, y vibraba en el aire como si
pelo de entre las piernas. Al verle entrar no retiré la acechara algo, no era el tipo de nariz que solía atraer
mano apresuradamente. Pronunció mi nombre. Yo me. Su aspecto no era el de nadie a quien yo pudiera
quería responder con naturalidad, como suele hacerse amar, su aspecto no era el de nadie a quien yo debiera
cuando alguien te llama. Dices: "¿Sí?", y esperas a que amar, así que en aquel momento decidí que no podía
la otra persona continúe, pero no pude hacerlo, tenía la amarle y decidí que no debía amarle. Existe cierta for
sensación de que mi voz estaba atrapada en mi mano, ma en que debería presentarse ]a vida, una forma ideal,
en la mano que estaba atrapada en el pelo de entre mis una forma perfecta, y existe también la forma en que
piernas. !,! no dijo nada más entonces. Las orillas de la vida se presenta realmente, no totalmente opuesta al
los pantalones le caían por encima de los zapatos; eran ideal, no totalmente opuesta a lo perfecto; simplemen
unos pantalones de lino de un tono beige que no me te no es del todo como debería ser pero tampoco es
gustaba: los huesos de quienes llevan mucho tiempo taxativamente como no debería; quiero decir que en
muertos son de ese color, las conchas marinas vacías cualquier situación sólo una o dos cosas, quizá ü1cluso
son de ese color, es uno de los colores de la decadencia hasta tres de cada diez, son tal y como deseabas que
pero a él le gustaba ese color, muchas de las prendas fueran. Pronunció mi nombre. Había dejado el libro
que llevaba eran de ese tono beige; los zapatos eran que había traído consigo sobre una mesa, una mesa
marrones, caros, y estaban bien lustrados. hecha de la madera sacada de un roble, una mesa con
No era ni mucho menos la persona que yo soñaba tres patas que acababan en forma de garras, una mesa
yaciendo encima de mí, mis piernas abrazando su cin que había trakfo consigo desde Inglaterra pero para la
tura; no estaba sin nadie, conocía a un hombre, un ( J ue no había encontrado verdadera utilidad, por lo
hombre en el que pensaba en esos términos, un hom que babia acabado dejándola para mi o para quien
bre con el que soñaba, pero él no estaba conmigo en quiera que ocupase aquella habitación. Pronunció mi
aquella habitación en aquel preciso instante, se había nombre y fue como si estuviera apresado en el sonido
ido, no sabía dónde, y hasta que vino Philip, yo estaba de mi nombre; su voz sonó apag ada, ronca, como si
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