Page 13 - Autobiografia de mi Madre v.2
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Eunicc; eilft crefa c,1ue  aquclb pintura era una imagen   débit y  enmarcado en un escenario  de  tierra,  mar y
 dd  parafao que le ofrecía secretamente la  p romesa de   , cielo, y Eunice en pie anee mí, mostrándoseme en una
 una vida Ubre  de preocupaciones, responsabilidades y   sucesión de meramorfosis que la cnnvertiár! en un ser
 deseos.   más. fur1oso e inhumano a cada  palabra que salía de
 Cuando rompí el plato de porcelana en el gue esta­  sus labios, con su ralo  vestido de algodón mal  tejido,
 ba pintada esa imagen y cuya pérdida hizo llorar tanto   la parte superior de un color y dibujo que no iban a
 a Ma Eunicc, no sentí la necesidad de pedir perdón de   tono con la falda, su pelo enmarañado y sin lavar des­
 f o rma inmediata, ni sentí Ia necesjdad de pedir perdón   de hada muchos meses envuelto en un pedazo de tela
 al poco rato; no sentí la necesidad de perdirle perdón   vieja que llevaba sin lavar aún más tiem p o q ue el cabe­
 hasta mucho tietnpo después, y para entonces ya era   llo? El vestido,  orra  vez: en algún rnomento había estado
 dcmasfado  tarde para  decírselo� había muerto; quizá   nuevo y limpio,  y  !a suciedad lo había ajado, pero la
 fue al paraíso l' vio realizada la promesa <¡ue simboli­  propia suciedad había hecho que fuera nuevo una vez
 zaba  aquel plato.  Cuando  rompí el  plato  y no  pedí   rnlis, al proporcionarle una  pátina de sombras y colo­
 perdón, maldi¡o a mi madre muerta, maldijo a mi pa­  res  que no había tenido antes }  y esa 1nisma suciedad
 dre, me  maldijo a  mí.  Las  palabras  que  utilizó  no   acabaría desintegrándolo  por completo, aunque ella no
 si g nificaban nada; las comprendí, pero no me hirieron   era una mujer suda, se lavaba ios pies rodas las noches.
 po«1uc no sentía afecto por ella. Y el1a no sentía afecto   Ei día estaba despejado, no era tiempo de lluvias,
 por mí, .M e hizo poner de rodillas  sobre un montón   habí:a al g unos hombres en el  mar lanzando las redes,
 de piedras que estaban apiladas, como debía ser, en un   aunque no iban a tener buena  pesca precisamente  por�
 lugar en el que daba el sol durante todo el día, con !as   que era un día claro; tres de sus hijos estaban comiendo
 manos levantadas por encima de la cabeza y so.stenien�   pan y  formaban con la miga pequeñas bolitas que me
 do  en  cada  una de  elias  un  enorme pedrusco.  Su   arrojaban como si fueran piedras  mientras estaba allí
 intención era. tenerme en esa postura hasta que dijera   arrodillada, riéndose de mí; y en el cieJo no había una
 k1� palabras "Jo sientd', pero yo no las pronuncié� no   sola nube y no corría ni una brizna de aire; y una mos­
 pude pronunciarlas. Era más fuerte que mi propia vo­  ca  volaba  sln  cesar  por  delante  de mJ  cara, a  veces
 luntad; aquellas palabras no podían salir de mis labios,   p osándose en la comisura de mi boca; un fruto dema­
 Permanecí en aquella posición hasta que a ella ya no le   siado maduro cayó de  un  árbol del  pan,  y  el sonido
 quedaron fuerzas para seguir maldiciéndome a mí v a   que produjo al caer fue como el de un  puño golpean­
 todos mis antepasados.   do una zona blanda  y  carnosa del cuerpo. Todo eso,
 ¿  Por qué aquel castigo habría de causar en mí una   todo eso lo recúerdo  ... ¿por qué aquello habria de cau­
 impresi6-n  tan imborrable, impregnado corno  estaba   sar en mí una impresión tan imborrable?
 en todos sus aspectos del aroma que envuelve la rela­  .Mientras estaba allí arrodillada vi tres tortugas de
 ción existente entre el carcelero y el cautivo, el amo y el   tierra entrando y saliendo lentamente del pequeüo es­
 esclavo, con su patente simbolismo acerca del grande   pacio que q u edaba bajo la casa, y me enamoré de el1as,
 Y el pequeño, el poderoso y el desvalido, el fuerte y el   .-quería tenerlas cerca, quería hablar sólo con ellas cada


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